El rostro de un ángel
Cuando Dante Alighieri escribía su opera magna, La divina comedia, y llegó al momento en el que tuvo que imaginar cómo sería la misma puerta del infierno, éste optó por describirla como una imponente entrada en la que figuraba una solemne y desoladora inscripción: «Abandonad toda esperanza, aquellos que entréis aquí«. Este tenebroso lugar era el que marcaba el punto de no retorno en el alegórico viaje que el mismo autor emprendía de la mano del poeta Virgilio, convertidos ambos en los personajes principales de la ahora clásica novela. Una vez cruzado el umbral, la odisea de los dos bardos sería tan fatigosa como casi inefable; en primer lugar, deberían cruzar todos los círculos que componían el Infierno, allí los dos maestros de la lírica tendrían la oportunidad de observar las eternas penurias por las que se lamentaban aquellos que otrora viviesen en pecado. Una vez superadas las tinieblas del averno, vendría el tránsito por el Purgatorio, donde los que sucumbieron a los vicios relacionados con los pecados capitales y el amor mal dirigido exculpaban sus penas, esperando a poder peregrinar hacia la senda del Paraíso, donde habitarían dichosos en la gloria eterna de los dominios de Dios.
El anterior párrafo bien nos podría servir como una breve sinopsis de lo que encierra el libro del poeta florentino, pero quedarse en una descripción tan parca sería hacer una exposición casi anecdótica, teniendo en cuenta las casi infinitas dimensiones temáticas que encierran sus páginas. Y es que La divina comedia, al igual que todas las grandes obras de la literatura universal, atiende a casi tantas interpretaciones como lectores haya dispuestos a leerla. Entre ellas destaca una lectura que nos interesa especialmente para enfrentarnos a la tarea de valorar la última película de Michael Winterbottom como es debido ya que el director la utiliza constantemente como paralelismo y base de su propia obra; nos referimos a la lectura que nos relata la historia de un hombre de mediana edad que deberá recorrer su propio infierno, tratará de purgar sus propios pecados e intentará expiarlos con el objetivo de volver a disfrutar de la gloria que se le escapó de las manos. Si bien dicho paraíso se personificaba en la figura de Beatriz (el gran amor de Dante), en El rostro de un ángel (The Face of an Angel, 2014) el edén particular del protagonista de la historia se construye en términos familiares y de parentesco. Todo esto es importante tenerlo en cuenta porque, por mucho que pueda parecer a primera vista, la propuesta de Winterbottom tiene más que ver con un drama familiar de toques existenciales que con un thriller criminal. Así que vayan olvidándose de salir por la puerta del cine con la satisfacción de haber visto un relato en el que se desvelan claramente los responsables de un asesinato que, por cierto, en esta ocasión aconteció en la vida real. El mundo no es así habitualmente, o al menos aquí, paradójicamente, poco o nada importan los culpables o los inocentes, más bien al contrario ya que uno de los claros mensajes que tanto director como guionista se han encargado de resaltar es precisamente el que clama por la injusticia habitual y la falta de tacto humano que suele imperar en este tipo de sucesos.
Será en este tipo de contexto en el que Thomas (interpretado por Daniel Brühl) deberá recomponer su vida, todo ello mientras trata de construir las bases de la que se supone que será su nueva película, una cinta basada en el escabroso crimen de la estudiante de Siena que supuestamente murió a manos de una de sus mejores amigas y compañeras.. Por tanto, puede decirse que El rostro de un ángel es una obra compleja que no renuncia ni muestra temor a adentrarse en terrenos abstrusos. Se abordan tantos temas en ella, que bien puede pecar de ser demasiado laberíntica o incluso difusa en su discurso. Es por ello que, a pesar de que afrontándola con la debida paciencia se entiende sin demasiados problemas lo que nos quiere transmitir, se acaba teniendo la sensación de que se ha querido abarcar más de lo que se podía, dejando como consecuencia una serie de lagunas y callejones sin salida que a más de uno les supondrán un estorbo para poder disfrutar de ella y sacarle el suficiente partido.
Veamos pues; tenemos una película que en principio parece el típico thriller basado en hechos reales, pero que en realidad se centra en la figura de un cineasta que quiere basar su nueva obra en dicho crimen, pero que en última instancia es un drama que poco o nada tiene que ver con ese suceso puntual en su trasfondo. ¿Demasiada filigrana, no? Pues esto es, en resumen, lo que ofrece La cara de un ángel; una especie de dédalo en la que la dirección nunca parece estar establecida y en la que casi todo, salvo el fin último, parece tener un peso poco más que circunstancial.
Entre todo lo que Winterbottom deja atrás, perdido entre las brumas casi góticas de la Siena que retrata con aires pomposos y tics clasicistas, queda un elenco de actores y personajes secundarios que poco o nada tienen que aportar a la trama, más allá de aparecer como meras almas pecadoras que aparecen y desaparecen casi como mero paisaje mientras el protagonista de la obra trata de reencaminar su vida (y su obra). En esta comparsa de caras y figuras reconocidas, pero nubladas, aparecen gente como Kate Beckinsale, Clara Delevigne y una lista de varios nombres igualmente populares. El caso es que, más allá de Daniel Brühl, poco hay que sirva para completar un universo que en realidad parece un suburbio de la figura que éste encarna. Es esta hiperfocalización la que hace que se descuide el resto de aspectos, haciendo que, si no malogrados, terminen resultando anodinos. El resultado de todo esto es el de una película esquiva, que para colmo acentúa sus defectos de base por culpa de la obsesión que Winterbottom muestra últimamente (salvo alguna honrosa excepción) por tomarse demasiado en serio a sí mismo y a sus trabajos.
¿Donde queda el desparpajo o la garra de trabajos como 24 Hour Party People (2004), In This World (2002) 0 la magnífica La doctrina del shock (2009)? Todas estas obras aunaban a la perfección riesgo e innovación a partes iguales; sin embargo, pocos rastro queda de todo ello en El rostro de un ángel, pues aquí, aunque se percibe el afán atrevido de Winterbottom, todo naufraga en un ejercicio de cinematografía que a base de anteponer su gravedad y su carácter arisco respecto a todo lo demás, levanta un muro infranqueable para la empatía del espectador.
Con todo, los que hayan sido advertidos de las particulares características de esta cinta, quizás podrán sacarle más partido. Esperemos pues que, como hizo Dante antes de atravesar el umbral que antecedía al infierno, los haya que se detengan un momento a leer la inscripción y tomen nota de la advertencia, la cual, tomando de referencia las palabras del genio podrían decir algo así como: «Abandonad toda esperanza, aquellos que entréis aquí; al menos de encontrar lo que parecíais venir buscando».
Calificación: 4’5/10
Título original: The Face of an Angel
Año: 2014
Duración: 108 min.
País: Reino unido
Director: Michael Winterbottom
Guion: Paul Viragh (Libro: Barbie Latza Nadeau)
Música: Harry Escott
Fotografía: Hubert Taczanowski
Reparto: Daniel Brühl, Kate Beckinsale, Valerio Mastandrea, Cara Delevingne, Peter Sullivan, Alistair Petrie, Sai Bennett, Austin Spangler, Rosie Fellner, Genevieve Gaunt, Corrado Invernizzi
Productora: Coproducción Reino Unido-Italia-España; BBC Films / Cattleya / Hornil Brothers Productions / Multitrade / Revolution Films