El padre

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Corre el año 1915 y el Imperio Otomano se ha unido al bando alemán y austro-húngaro de la Primera Guerra Mundial en un intento desesperado de esquivar su declive para así recuperar la hegemonía territorial de tiempos pasados. Las minorías del imperio turco se convirtieron en enemigos de la noche a la mañana, entre ellos los armenios, quienes serían víctimas de uno de los mayores genocidios que acontecerían en dicha época, una masacre sistemática con tintes religiosos de fondo que aún a día de hoy resulta un tabú para muchos turcos. Este desdichado hito histórico es el que le sirve a Faith Akin para dar base a su última película, El padre (The Cut, 2014), un irregular relato de tintes épicos que narra la historia de valentía y supervivencia de Nazaret Manoogian (Tahar Rahim), un artesano armenio que se verá arrancado de su hogar para trabajar forzosamente en los áridos campos de trabajo del imperio y que hará todo lo posible para reencontrarse con su mujer y dos hijas.

Concebida como una gran co-producción multinacional en la que colaboran más de 5 países, El padre es una de esas cintas que prometen grandes cosas sobre el papel, pero que se malogra una vez se plasma en pantalla a base de encadenar desaciertos y de sumirla en el descuido más escandaloso. The Cut es una película inexplicablemente lineal y desabrida, demasiado desangelada, y en ocasiones, demasiado carente de capacidad emotiva. Todo un bache en la filmografía de Faith Akin, un realizador que sin duda es capaz de hacer las cosas mejor a tenor de lo observado en algunas de sus obras anteriores.

Si tuviéramos que definir la última propuesta del cineasta alemán en unas pocas palabras, podríamos decir que se trata básicamente en una historia de supervivencia y búsqueda. Además, su trama se podría segmentar en dos partes claramente diferenciadas. La primera de ellas está dedicada a las vicisitudes, fatigas y penurias por las que Nazaret tiene que pasar bajo las órdenes de los despiadados soldados turcos en los estériles y desérticos campos de trabajo del país, una especie de «Pasión mesiánica» en la que el protagonista aguanta estoicamente todo tipo de crueldades y rigores por culpa de su condición étnica y religiosa. Es esta primera parte en la que el director presenta su faceta más cruda, pues el catálogo de sinsabores al que el personaje de Tahar Rahim se ve sometido es tan horrible como presumiblemente potencial de reproducirse en términos puramente reales. Este primer tramo de las aproximados 140 minutos que dura The Cut es quizás el más atractivo, no solo por su clara intencionalidad de mover a la reflexión, sino por los evidentes ecos que guarda con otros sucesos históricos que actualmente están teniendo lugar en nuestro mundo. Como contraposición cabe decir que dicho interés se ve herido críticamente por la vaga dimensión que el autor da a sus personajes, haciendo que los buenos parezcan santos y los malos auténticos diablos. Esta falta de claroscuros producirá en el espectador con toda seguridad una molesta sensación de estar siendo sometido a un afán manipulativo el cual, para colmo de ser innecesario, lastra el efecto concienciador de la historia que Akin nos quiere narrar.

El resto del metraje, deja el protagonismo del castigo físico en un segundo plano (aunque no el de las penurias) y pasa a centrarse en la búsqueda que Nazaret emprende para reencontrarse con su familia, una odisea que lo llevará a recorrer gran parte del planeta, a duras penas y en condición de eterno apátrida. Es en este segundo tramo cuando la cinta de Faith Akin entra en declive continuo hasta terminar siendo inexplicablemente aburrida, lineal y carente de interés. La historia de tintes épicos empieza a flirtear entonces con el melodrama y el poco detenimiento en los personajes secundarios hace que se tenga la sensación de que dicho tramo está absurdamente alargado. Quizás la culpa de ello la tenga la decisión de que casi toda la película la sostenga un solo personaje. Aunque a decir verdad, como ya hemos dicho, El padre es un cúmulo casi interminable de malas decisiones que no se quedan ahí.

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Visto lo visto, entre el abanico de opciones que Faith Akin tenía para pulir su idea, parece que la peor siempre salía elegida. Si acaso se salva el trabajo fotográfico de Rainer Klausmann y la implicada labor de Tahar Rahim ejerciendo de protagonista principal de esta atribulada epopeya, pero dejando dichos apartados al margen, casi todo se antoja malogrado. Por ejemplo, la dirección de actores es sorprendentemene floja; hay demasiadas escenas mal actuadas y la sensación de artificialidad impera extrañamente en más secuencias de las que querríamos, algo que en el cine es imperdonable. Los intérpretes que desfilan por la cinta, ya sean secundarios o meros figurantes, por algún extraño motivo no se desenvuelven con fluidez, por lo que al final el espectador se acabará pegando de bruces con el muro que estos levantan entre la ficción y la capacidad de abstracción del mismo. Igualmente, la opción por la que se decanta Faith Akin a la hora de rodar en un idioma u otro, resulta a la larga otro error, pues puntualmente se presta a la confusión y a la falta de coherencia del mundo que propone el mismo autor. Para colmo, hasta la banda sonora se siente como un elemento discordante respecto al tono visual y narrativo que impera en la cinta, por lo que al final la balanza se inclina descaradamente hacia el lado del desacierto.

Tampoco es que ayude demasiado el hecho de decidir que tu personaje principal pierda la capacidad del habla durante dos tercios de la película. Algunos pueden ver este detalle como un buen recurso para dotar de objetividad a un personaje que es testigo directo de los horrores del genocidio armenio, y no les faltaría parte de razón. Pero sin embargo, lo que por un lado parece una virtud con cierto atractivo, termina siendo un elemento que no hace más que añadir linealidad y falta de desarrollo a una trama y un protagonista que parecen condenados al minimalismo más exasperante.

En definitiva, The Cut es una producción demasiado básica y abocetada como para encajar con éxito en el tono épico que se le supone. Cuando decíamos anteriormente que se trata de una historia de supervivencia y búsqueda, podríamos haber dicho que más que una síntesis es el resumen real de lo que propone el autor. Hay demasiada simpleza en el escuálido bloque de más de dos horas que forman las secuencias de El padre, demasiada escasez de trasfondo para un tema al que, por gravedad, le hubiera sentado mejor con toda seguridad un poco más de argumentos y dimensión. Sea como sea, nunca está mal acercarse al cine de Faith Akin, y la película tiene momentos puntuales rescatables (como la escena en la que se proyecta una película de Chaplin), aunque a decir verdad estos son tan pocos que su visionado no termina de merecer la pena. Así pues; suspenso por insuficiente.

Calificación: 3/10

 
 

El_padre_cartel_Ge_MCTítulo original: The Cut

Año: 2014

Duración: 138 min.

País: Alemania

Director: Faith Akin

Guion: Fatih Akin, Mardik Martin

Música: Alexander Hacke

Fotografía: Rainer Klausmann

Reparto: Tahar Rahim, George Georgiou, Makram Khoury, Akin Gazi, Lara Heller, Numan Acar, Alejandro Rae, Dustin MacDougall, Shubham Saraf, Joel Jackshaw

Productora: Coproducción Alemania-Francia-Polonia-Turquía-Canadá-Italia

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