El hijo de Saúl
Tras una laureada trayectoria como cortometrajista, László Nemes comenzó a escribir junto a la francesa Clara Royer el guión de El hijo de Saúl. Se seleccionó al actor, escritor y músico Géza Röhrig para que diese vida a ese prisionero, que forma parte del grupo de los que se encargan de quemar los cadáveres de Auschwitz . El filme costó millón y medio de Euros, de los que aproximadamente un millón ha procedido del Fondo Nacional de Cine de Hungría.
La película causó sensación cuando se presentó en el pasado festival de Cannes. Era la gran favorita de la crítica, pero finalmente tuvo que conformarse con el Gran Premio del Jurado, la medalla de plata del certamen. La ganadora de la Palma de Oro fue la francesa Dheepan de Jacques Audiard pero la cinta húngara se convirtió en la vencedora moral de Cannes 2015 y más teniendo en cuenta las declaraciones del jurado presidido por los hermanos Coen en donde afirmaban que se quedaron profundamente marcados por el trabajo de Nemes. Esta semana se ha alzado con el Globo de Oro a la mejor película de habla no inglesa, y los pronósticos nos hacen pensar que tiene muchas posibilidades de alzarse con el Oscar en esta categoría.
Sin duda alguna, se trata una historia dura que nos lleva a recorrer la trágica historia de Saúl Ausländer, un prisionero húngaro que trabaja juntos a muchos como él, incinerando cadáveres en el horno crematorio de Auschwitz. Un día, mientras levantan los cuerpos de personas que perecieron de forma desastrosa, ve en el rostro de un joven a su hijo, Saúl hará lo que sea por darle un entierro digno. De esta forma se meterá en muchos problemas por tratar de conseguir un rabino para que le de eterna sepultura. Dejará tras de sí muchos planes de rebelión que tenía con sus demás compañeros y se verá envuelto en esta noble causa, quizás para calmar su conciencia, aquella que le juzgaba.
Nemes bebe de una técnica sublime, aunque acude para ello a recursos clásicos que dan más intesidad y realismo a su historia. Rueda en 35 mm. utilizando primeros planos con cámara al hombro, y una concatenación de largos planos secuencias que consiguen meter al espectador en los horrores del lugar y participar de la odisea de Saúl, convirtiéndonos en un prisionero más.
El director debuta por todo lo alto, resultando certero, artesano y asfixiante; y eso lo consigue centrándose en el torso de Saúl, mostrando su rostro y siguiendo sus pasos durante todo el metraje. Nemes dibuja y enfoca así un personaje exquisito: un alma desgarrada, un rostro enloquecido, un cuerpo aprisionado, y es Géza Röhrig (también debutante) quien le da vida, reflejando a la perfección la desesperación de su personaje, un trabajo de vital importancia, más teniendo en cuenta que todo lo vivimos a través de sus expresiones, y de sus acciones. Su magnífica interpretación nos adentra y hace partícipes de la terrible historia que se vivió en Auschwitz.
Nemes se atreve a introducir, de una manera metafórica, una visión semi-religiosa de la salvación del espíritu en ese entorno, donde lo terrenal queda condenado por decisión del hombre. Su meta será salvar el último resquicio de inocencia que queda en el mundo cruel que le ha tocado vivir a Saúl, con los horrores que ha tenido que ver, escuchar, sentir y oler, y es ahí donde El hijo de Saúl ha conseguido cautivar y calar más hondo en su proceso narrativo, que corría el riesgo de ser repetitivo y, sin embargo, ha logrado que se pueda ver un atisbo de originalidad en su presentación. El director no recurre al llamado sentimentalismo fácil ni al oscuro recurso del posicionamiento obvio.
La película es difícil, incómoda y extraña. Eso lo reconozco. A veces la tensión es extrema.
En off, oímos gritos, golpes, disparos. La vida se desarrolla más allá de nuestro campo visual. El desasosiego es constante. La película te deja atornillado a la butaca. Todo es tensión, la tensión que nos produce no ver lo que estamos oyendo. Un alarde de narración cinematográfica.
De muchas maneras se ha abarcado este triste episodio de la historia contemporánea, algunas tan melodramáticas como el Spielberg de “La lista de Schiendler” (1993), otras, desde la tragicomedia y el optimismo, por difícil que parezca y como hizo Benigni en “La vida es bella” (1997). Muy lejos de todo ello queda El Hijo de Saúl. Puede que el húngaro, 70 años después, nos haya regalado la visión más veraz que existe en el medio cinematográfico sobre la experiencia de un ser humano en la mas angustiosas de sus situaciones.
El hijo de Saúl es descorazonadora, arrolladora, opresiva, cautivadora y explosiva. Una historia que te arrastra hasta una de las peores pesadillas de la historia, y, aún así, se agradece su trabajo realista y alejado de todo convencionalismo. Resulta curioso que un tema tan manido como es el holocausto judío pueda seguir dando trabajos que aún sorprendan.
Todo ello me hace pensar que, de seguir esta línea, oiremos hablar mucho, y eso espero, de László Nemes.
Calificación:8/10
Título original: Saul fia (Son of Saul)
Año: 2015
Duración: 107 min.
País: Hungría
Director: László Nemes
Guión: László Nemes, Clara RoyerMúsicaLászló Melis
Fotografía: Mátyás Erdély
Reparto: Géza Röhrig, Levente Molnár, Urs Rechn, Sándor Zsótér, Todd Charmont, Björn Freiberg, Uwe Lauer, Attila Fritz, Kamil Dobrowolski, Christian Harting
Productora: Laokoon Filmgroup