El corredor del laberinto: Las pruebas

¿Han tenido alguna vez la oportunidad de comprobar en sus propias carnes la veracidad de esa frase hecha de nuestro idioma que dice aquello de «más pesado que un burro en brazos»? ¿No? Tranquilos. El corredor del laberinto: Las pruebas bien puede servirle de consuelo.

La película de Wes Ball, secuela de una de las grandes sorpresas del año pasado (en lo económico y para quien esto firma también en lo artístico), es una de las películas más tristes de lo que va de año. Y no porque su trama sea una gran tragedia, que no lo es, sino porque da auténtica pena ver cómo se echa por tierra en su segunda hora todo el buen trabajo hecho durante la primera.

Porque los primeros compases de Las pruebas sí merecen mucho la pena, señores, y nos recuerdan lo mejor que tenía su predecesora, que es el sentido de la aventura. Durante esos primeros 56 minutos, Las pruebas es, igual que El corredor del laberinto, ejemplo de lo que es la aventura pura y dura: ritmo trepidante, acontecimientos emocionantes, parajes que asombran y personajes con los que el público puede identificarse. Secuencias como la de la huida de Thomas, Minho, Newt, Teresa, Fritanga y Aris del complejo donde los tienen retenidos son verdaderamente excelentes, así como también todo su periplo por la Quemadura o el primer encuentro con esos zombies infectados que dejarían en ridículo a Usain Bolt en una carrera. Además, Ball se permite incluso planos de enorme belleza, como el de las siluetas de los amigos deteniéndose sobre unas dunas al escuchar un disparo, y continúa metiendo más tacos de los habituales en producciones juveniles, cosa de agradecer (un habla más «blanca», por así decirlo, no sería realista en una situación como la que viven los clarianos). Todo ello con mucho disfrute y un ritmo endiablado que impide el aburrimiento. Nada que objetar.

El problema, como decíamos, comienza un poco antes de que se cumpla la primera hora de metraje. Una vez el foco deja de estar en los clarianos y pasa a Thomas y Brenda, la película se va al garete. A partir de ahí, todo se vuelve un inmenso dejà vu de cosas que ya hemos visto no sólo en otras ficciones, sino en la propia película, mientras ante nuestros ojos se suceden escenas que parecen sacadas de Guerra Mundial Z o cualquier capítulo de The Walking dead. Hasta hay un plagio de una escena de Jurassic Park. El Mundo Perdido, no se lo pierdan (no me digan que la escena de Brenda sobre el cristal no es clavada a la de Julianne Moore sobre el precipicio intentando que su propio cristal no ceda bajo su peso). El ritmo, hasta ese momento perfecto, se ralentiza mucho y la narración pierde poco a poco todo el interés que había acumulado, entre otras cosas porque no se explica quiénes son Jorge, Brenda y los demás nuevos, si están infectados o no, cómo son o a qué dedican el tiempo libre, como cantaba Perales. Y no hablemos mejor de secuencias como la de la fiesta hippie, que es lo más patético que se va a ver este año en una pantalla de cine, seguro. Además, la cosa se extiende durante 66 minutos más, en los que hay como cinco momentos que parecen finales antes de que te metan con calzador una carrera o pelea más (pasan demasiadas cosas, sin duda), y que hacen que el espectador se revuelva inquieto en su butaca preguntándose cuándo se le va a permitir salir de la sala. Y con discursito heroico del insufrible Thomas. Ya para taponarse los oídos con cera para siempre. Y hay que dedicar también un pensamiento a los fans de las novelas, que a saber cómo se van a sentir al verla, porque parecido con el libro que adapta tiene más bien poco, o prácticamente nada, y según avanza menos aún (sobre todo en lo que tiene que ver con los personajes de Teresa y Aris).

Entre los actores, cabe destacar las presencias de Nathalie Emmanuel, Aiden Gilen y Thomas Brodie-Sangster, que a buen seguro sacarán una sonrisa a los fans de Juego de Tronos, y también la aportación de una Patricia Clarkson a la que se le han dado secuencias extra por aquello de justificar la paga a una actriz de su nivel. Ki Hong Lee también le pone ganas al asunto, todas las que no tiene un Dylan O’Brien de idéntica expresión durante todo el metraje. Mejor parada sale Kaya Scodelario, que esquiva con soltura lo que podríamos llamar el «síndrome Hayden Christensen», que consiste en tener unos ojos impresionantes y carecer del talento para usarlos debidamente. No es su caso, como demuestra su conversación con Thomas en la cima de la montaña.

En definitiva, una cinta a todas luces descompensada que va perdiendo gas a pasos agigantados. Una verdadera lástima, porque esa primera hora tan lograda merecía un desarrollo y conclusión a la altura.

 

Lo mejor: La primera hora, excelente.

Lo peor: Cómo pierde el paso a partir de ahí, precipitándose cuesta abajo hasta el punto de que el espectador termina pidiendo la hora.

Calificación: 5,5/10

 

Título original: Maze Runner: The Scorch Trials

Año: 2015

Duración: 131 min.

País: Estados Unidos

Director: Wes Ball

Guión: T.S. Nowlin (Novela: James Dashner)

Música: John Paesano

Fotografía: Gyula Pados

Reparto: Dylan O’Brien, Thomas Brodie-Sangster, Kaya Scodelario, Ki Hong Lee, Giancarlo Esposito, Aidan Gillen, Patricia Clarkson, Rosa Salazar, Nathalie Emmanuel, Jacob Lofland, Dexter Darden, Cazi Greene, Alexander Flores, Gary Hood, Lili Taylor

Productora: 20th Century Fox / Gotham Group / TSG Entertainment / Temple Hill Entertainment

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