El caso Heineken
Admitámoslo. Lo de los remakes es un asunto que al mundo del cine se le está yendo de las manos. Algunos lo tachan a falta de creatividad y otros a simples motivaciones mercantiles, pero el caso es que de la gran mayoría de estas reediciones cinematográficas que salen constantemente a la luz no suele tener el peso suficiente como para justificar su mera existencia.
Pues bien, Daniel Alfredson parece haberse querido sumar a la ya inabarcable lista de autores que han probado a añadir una de estas re-interpretaciones innecesarias a su filmografía. El que se antaño se hiciera conocido por filmar la segunda y tercera entrega de la saga Millenium (ambas del 2009) vuelve a nuestras pantallas con El caso Heineken (Kidnapping Mr. Heineken, 2005), una desabrida y poco interesante relectura de la cinta de Maarten Treurniet, titulada como El secuestro de Alfred Heineken (De Heineken ontvoering, 2011) en nuestro país y uno de esos casos que poco o nada aportan a la propuesta original más allá de unas cuantas caras famosas y la firma de un realizador algo más prometedor en cuanto a fines comerciales se refiere.
La propuesta de Alfredson es sencilla; no complicarse demasiado aportando un toque propio y hacer del remake algo funcional. El resultado de esa falta de apatía a la hora de proponer algún punto nuevo mínimamente interesante es el de una película que se postula como un producto totalmente innecesario más allá de la pereza que pueda darle al espectador medio el acceder a una película holandesa plagada de caras que les son ajenas. Aquí sin embargo tenemos la oportunidad de ver en escena a Jim Sturgess, Sam Worthington o el siempre magistral Anthony Hopkins (lo único que de verdad merece la pena en la película), pero si se hace un balance objetivo en cuanto a méritos y desmerecimientos se refiere, es imposible afirmar que El caso Heineken sea una experiencia cinematográfica realmente satisfactoria.
Quizás la clave de la cuestión en este caso sea que, a pesar de que el trabajo de Daniel Alfredson es correcto y no desentona demasiado en lo técnico (pues a nadie se le escapa que estamos ante un autor con el suficiente oficio), el filme no termina nunca de provocar la suficiente empatía en el espectador como para mantenerlo interesado durante la hora y media aproximada que dura. Y la mayor parte de la culpa de esto la tiene el propio enfoque que se le da a la historia y su mismo desarrollo. O sea, que el talón de Aquiles de El caso Heineken está en que, además de redundante, se muestra apática de profundizar en lo que sea que nos quiere contar. Y es que, dejando de lado el desarrollo y los escollos que van saliendo en el secuestro del magnate holandés de la cerveza, poco hay que pueda atraernos o atarnos a la butaca. Es más, incluso se percibe cierta sensación de prisa y atropello a la hora de relatar los acontecimientos ya que apenas se pone el foco de atención en hacer una buena presentación de personajes o ni siquiera se molestan en pararse demasiado en explicar las motivaciones más allá de un guiño introductorio y casi anecdótico relacionado con la crisis económica y los problemas empresariales. Por tanto, estamos ante un thriller que por pecar de superficialidad impide que nos involucremos en su trama; ni su drama tiene la suficiente fuerza como para emocionar, ni tiene altas dosis de intriga, ni su acción consigue rescatarnos del constante letargo en el que nos sumerge.
Resumiendo; la falta de alicientes reales es lo que hiere de muerte a El caso Heineken. A pesar de que está interpretada con eficacia y que ofrece algunos momentos de interés (sobre todo cuando Hopkins está en pantalla), todo tiene un sabor demasiado genérico como para entusiasmar o captar un interés digno de hacernos pagar por una entrada. Y es que, al final… cuando los créditos terminan apareciendo, uno se vuelve a su casa con la sensación de que hubiera sido lo mismo si no hubiese visto esta película. Basada en un hecho real… vale. El secuestro por el que más dinero se pagó en su día por una sola persona… muy bien. Pero ¿y qué más? Ah, ya… que también tiene moraleja… lo de los amigos y el dinero… ya… pues tómate algo a mi salud, Daniel.
Calificación: 3’5/10
Título original: Kidnapping Mr. Heineken
Año: 2015
Duración: 94 min.
País: Bélgica
Director: Daniel alfredson
Guion: William Brookfield, Peter R. de Vries
Música: Clay Duncan, Lucas Vidal
Fotografía: Fredrik Bäckar
Reparto: Anthony Hopkins, Jim Sturgess, Sam Worthington, Ryan Kwanten, Jemima West,Yolanthe Cabau, Patrick Kearns, David Dencik, Eric Godon, Chelsea Bruland, Gus Rhodes, Rob Fuller
Productora: European Film Company / Informant Europe SPRL / Umedia