El cadáver de Anna Fritz

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La película española «El cadáver de Anna Fritz», ópera prima del director Héctor Hernández, habitual guionista de series, como la infantil «Los Lunnies», llevó al pasado Festival de Cine Fantástico de Sitges el debate sobre la moralidad de la necrofilia.

El argumento del filme es bien sencillo: Una camilla con un cuerpo inerte tapado se pasea en primer plano por la pantalla. Una voz en off halaga las virtudes de la famosa actriz Anna Fritz. Un día aparece muerta en un hotel. Es trasladada a la morgue de un hospital cuya ubicación no se revela, para proteger la privacidad de la familia. Pero el tímido joven celador encargado del depósito de cadáveres, no puede resistir la tentación de tener frente a sí , desnuda, a una de las mujeres más bellas y deseadas del país, y no hacer nada al respecto. Por ello, manda una foto a dos colegas para que se personen en el hospital y contemplen todos juntos la belleza de Anna. El morbo de tener a tu merced a una famosa, el deseo de un cuerpo tan bello que no parece muerto y las ganas de alardeo de los chicos, harán que no puedan resistirse a la tentación de traspasar los límites. La macabra pesadilla ha comenzado y será una noche (in)mortalmente inolvidable.

El comienzo de la película es potente y perturbador; se mete en materia y va al grano enseguida. En su apenas hora y quince minutos, Hèctor Hernández Vicens -director y guionista- condensa la perversión enfermiza de unos jóvenes que se sienten a sus anchas. Las drogas, la morgue desierta y la complicidad de su amistad, les lleva a cometer un acto social tabú.
Con el paso de los minutos, los protagonistas van evolucionando hasta hundirse en un pozo destructivo. Una noche le basta a Hernández Vicens para reflexionar sobre cómo unos actos pueden cambiar una vida.

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Con un bajo presupuesto, pocos recursos a su alcance, rodada en tiempo récord con sólo cuatro actores y en un único escenario, El cadáver de Anna Fritz exprime las posibilidades que ello le otorga. La dimensión espacial en ese laberíntico y desértico hospital ayuda a construir una tensión creciente, respaldada por el uso de la música. Imbuido por completo en la historia malsana de atmósfera opresiva, el espectador sentirá compasión, rabia y y fascinación por una heroína muerta, atractivo objeto de destrucción de los chicos, incapaces de resolver cómo salir de la situación límite planteada. La película pone de manifiesto que la muerte también te puede acelerar el corazón a mil pulsaciones por minuto. Un intenso y angustioso ejercicio de género para el debutante Hèctor Hernández Vicens.

El cadáver de Anna Fritz no indaga demasiado en el tema de la necrofilia como lo hacían clásicos del calibre de Nekromantik y su secuela, de las que Anna Fritz no podía estar más distanciada.
«Se trata, simplemente, de una excusa para hablar de otras cosas. De gente corriente que se convierte en un monstruo e intenta sobrevivir al precio que sea ya no física sino socialmente. La película pone en entredicho los códigos morales, es decir, donde está el límite de lo correcto.

Esta historia no deja indiferente. Algunos disfrutarán de su tensión y amoralidad, y a otros les hará cuestionarse donde están los límites del ser humano. “Probablemente uno no sabe sus límites hasta que se encuentra en una situación límite”.

 
 

Calificación: 6/10

 

El cadaver de Anna Fritz_cartelTítulo original: El cadáver de Anna Fritz

Año: 2015

Duración: 76 min.

País:  España

Director: Hèctor Hernández Vicens

Guión: Hèctor Hernández Vicens, Isaac P. Creus

Música: Tolo Prats

Fotografía: Ricard Canyellas

Reparto: Alba Ribas, Cristian Valencia, Bernat Saumell, Albert Carbó

Productora: A Contraluz Films / Benecé Produccions, S.L. / Corte y Confección de Películas / Playtime Movies / Silendum Films, S.L.

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