El abuelo que saltó por la ventana y se largó
La libertad es uno de los deseos de toda persona. No nos gusta estar atados ante cualquier circunstancia de la vida, lo único que deseamos es disponer de ese tiempo tan personal para cada uno, en el que disfrutas con lo que te gusta y haciendo aquello que deseas. Y esto mismo es lo que le ocurre a Allan Karlsson (Robert Gustafsson), un anciano entrañable que decide abandonar su vida en el geriátrico, el día de su cien cumpleaños, para ir a donde le lleve el viento y continuar su vida sin las ataduras que provoca el estar encerrado en un lugar como ese. Y aquí es cuando aparece la definición del título, el gracioso abuelito salta por la ventana y se escapa.
La adaptación de la famosa obra de Jonas Jonasson viene de la mano de Felix Herngren, un director sueco prácticamente desconocido a excepción de la obra Eso es de ser adultos (1999) que ni siquiera ha llegado a estrenarse en nuestro país. Se nota demasiado el hecho de que es un novato al tener un guion que se podría decir se trata del libro tal cual, todas las situaciones son idénticas y no existe diferencia. Yo soy de la opinión de si algo está bien no se debe cambiar, sin embargo el adaptar un libro a la gran pantalla requiere de un nivel conceptual elevado, no es igual transmitir algo mediante letras que mediante imágenes y acciones. No se ha realizado un buen trabajo en este aspecto, los recursos del libro son infinitos y una buena adaptación hubiera conseguido un entretenimiento casi perfecto.
El anciano empieza su viaje hacia ninguna parte. Paralelamente al avance de este personaje se van rememorando flashbacks pasados. Desde su mismo nacimiento hasta prácticamente su ingreso en el geriátrico, pero incidiendo en los puntos clave. Sin duda se trata de una persona que ha visitado mundo, de la manera más inocente e inconsciente que se pudiera imaginar, hasta llegar a convertirse en una importante influencia en el ámbito de la física. Su aportación a los diferentes países es clave para desarrollar sus más importantes recursos, empezando por Truman con la bomba nuclear, seguida por el Franco español hasta acabar con el Stalin ruso, sin siquiera conocer la importancia de todos ellos en la sociedad y los aportes negativos que estaban realizando. Toda esta historia está apoyada en la incontestable afición de Allan a los explosivos, aunque esta sea la excusa perfecta para poder unirlo con personajes tan característicos como Truman.
La linealidad de la historia que ocurre en el presente es muy sencilla de entender. Por una serie de desafortunados sucesos, Allan acaba consiguiendo una maleta con cincuenta millones de coronas. En el tortuoso camino a la libertad, junto con este dinero, le seguirá Julius, un vigilante de tren que cansado de su vida no dudará en acompañar a Allan. Y en este viaje no podía faltar el personaje el inocente personaje joven masculino junto con la aportación femenina de una graciosa habitante de las montañas, junto con su peculiar animal de compañía: un elefante. Y todos ellos seguidos por un peligroso grupo de moteros que intentan recuperar su dinero. Entre todos ellos se podrán vivir momentos dulces, bonitos y, sobre todo, cómicos e inesperados.
La comedia es la baza del director para dejarnos atados al asiento, y vaya si acierta. A cada rato existe un suceso que te hace sonreír, alguno más levemente que otro, pero siempre lo consigue. Su intención en los encuentros con estos personajes tan archiconocidos es rodear la escena de la mayor cantidad de tópicos, pero no como ocurriera en Misión Imposible II (John Woo, 2000) con la mezcla tan horrible de la semana santa con las fallas, en este caso el flamenco y la paella junto con Franco tienen su argumentación, al igual que el vodka y la polka con Stalin.
Agrupemos: Una comedia correcta, unos personajes carismáticos y diversos, una historia decente y muchísima originalidad. Pero no todo podía ser bueno. El metraje es tremendamente excesivo, casi dos horas de una comedia basada en tópicos es demasiado, y cuando han pasado sesenta minutos te empiezas a dar cuenta de que las ideas se agotan y un descanso es necesario. Lo correcto sería parar la película, dejar pasar un tiempo y continuar con ella en otro momento. ¿A qué se debe esto? Al grandísimo parecido con el libro. En un libro puedes parar, descansar, dejar fluir las imágenes en tu mente y, posteriormente, seguir por donde te has quedado. En una película hay que ser más directos y activos, no se puede permitir el tener escenas tan pacientes como ocurre en este caso.
Para pasar una agradable tarde junto con un buen refresco y su acompañamiento sólido, véase palomitas, patatas fritas o cualquier snack, es una muy buena película. Para conseguir pegar al espectador al asiento y permitir que esta persona se deje llevar se necesita mucho más. Me invade una gran pena, los ingredientes eran perfectos pero la ejecución no ha sido del todo correcta.
Calificación: 6,5/10
Título original: Hundraåringen som klev ut genom fönstret och försvann
Año: 2013
Duración: 114 min.
País: Suecia
Director: Felix Herngren
Guion: Felix Herngren, Hans Ingemansson (Novela: Jonas Jonasson)
Música: Matti Bye
Fotografía: Göran Hallberg
Reparto: Robert Gustafsson, Iwar Wiklander, David Wiberg
Productora: Nice Drama / Buena Vista International (Sweden) / FLX Comedy AB