Deadpool
Bienvenidos al entretenimiento del XXI, bienvenidos a la batalla artístico-industrial más feroz que jamás haya existido, donde el éxito y el fracaso se miden en miles de millones de dólares. Curiosamente Deadpool llega a nuestras pantallas en una época similar a la que acontecía durante su nacimiento en las viñetas a lo largo de los turbios (comiqueramente hablando) años 90. Para poneros un poco en situación, el negocio del cómic vivía una época de esplendor (y sobretodo de falso esplendor) cómics adultos, ásperos y sangrientos pero DE CALIDAD como Watchmen y el Retorno del Caballero Oscuro, de los maestros Moore y Miller respectivamente, cambiaron las reglas del juego, el cómic maduraba a la vez que sus lectores y se ponía serio, sin embargo este cambio de paradigma se malentendió y un buen puñado de superhéroes, antihéroes y casiheroes se multiplicaron para llenarlo todo de más encapuchados y cada vez más violencia, todos con el ceño fruncidos y armados hasta los dientes, se intentaron replicar muchos de los elementos que estaban en Watchmen y El Retorno del Caballero Oscuro pero ninguno consiguió su calidad. A esto debemos añadirles un crecimiento colosal de coleccionistas y ventas que superaban toda expectativa, con la consiguiente fuga de los artistas más renombrados de Marvel y DC para fundar su compañía y adivinen qué… crear más superhéroes.
Supongo que este contexto os sonará, es similar en muchos puntos a la manera en que el cine de superhéroes se ha apoderado de Hollywood y, por ende, del mundo, además en ambas situaciones, en el pasado del cómic americano y el presente del cine, el resultado es el mismo, la aparición de Deadpool, o Masacre como se le ha conocido de toda la vida en el mercado español.
Como una especie de revulsivo a la práctica totalidad de superheroes que permanecen encorsetadps a las reglas no solo de su propio genero sino del cine de acción y aventuras (y lo políticamente correcto), Deadpool, según sus creadores (el “dibujante” Rob Liefeld y el guionista Fabian Nicieza) una mezcla entre un tipo duro rollo Lobezno y un ágil y dicharachero Spiderman, mira a cámara y nos comenta lo que vemos, toma sus propias decisiones por poco heroicas que resulten y se encarga de que no nos aburramos ni un segundo, así que centrémonos de una vez por todas en esta película, que supongo es lo que buscabais cuando llegasteis a esta página.
Para empezar (y para gloria de todos aquellos que somos adictos al noveno arte), es más fiel que el resto de producciones de 20th Century Fox, aunque no llega al nivel de Marvel Studios. Para que nos entendamos, lo que ocurre es casi un calco de las viñetas, pero los personajes, a excepción de nuestro protagonista, solo se asemejan en la base, unos pocos se parecen bastante a sus homólogos de papel y otros en nada. Con ello no estamos diciendo sea algo que perjudique en modo alguno a la película, que tiene su propia coherencia, pero quería subrayarlo aprovechando que un montón de medios se han hecho eco de la comentada fidelidad sin saber muy bien donde empezaba y terminaba ésta.
Otra de las grandes virtudes de la cinta es su simple y llana intención de divertir, no reformula las reglas del cine de superhéroes porque las cumple todas, pero se apoyan en éstas para dar peso a toda la comedia que puebla su excepcional libreto, a Deadpool le preocupa más que lo pasemos bien al estado en que quede el mundo después de su aventura, permanece autoconsciente de su naturaleza ficticia y eso provoca que todo fluya de manera genial.
Pero todo esto no sería posible si aparte del superhéroe (que al fin y al cabo solo es otro más) no nos interesara el hombre bajo la máscara, un Wade Wilson que se funde en gran parte del metraje con Ryan Reynolds. Su importante relación con Vanessa queda bien retratada y consiguen que nos importe de verdad, además los inteligentes recursos del libreto y el montaje consiguen exponer de manera original, divertida y sexy el transcurso de su relación consiguiendo que la trama quede muy equilibrada y las fantásticas escenas de acción y los chispeantes diálogos se compaginen con armonía.
Mientras buena parte de los medios vaticinan con un ignorante y profundo placer el fin de esta época dorada del cine de superhéroes y ésta se muestra más viva y en forma que nunca regalándonos productos tan frescos y divertidos como Deadpool, yo me posiciono por supuesto del lado de los supers, y más en este 2016 en el que aparte de la eclosión del Universo DC Cinematográfico tendremos segunda temporada de esa obra maestra que es Daredevil. Así que quizá es que yo no consigo observar esa aparente virulencia que todo crítico de bien percibe en este tipo de cine, o que los círculos de cierta lozanía somos más abiertos de miras, pero si las cosas siguen así a este subgénero le queda mecha para rato.
Calificación: 9/10
Año: 2016
Duración: 106 min.
País: Estados Unidos
Director: Tim Miller
Guion: Rhett Reese, Paul Wernick (Personajes: Rob Liefeld, Fabian Nicieza)
Música: Junkie XL
Fotografía: Ken Seng
Reparto: Ryan Reynolds, Morena Baccarin, Gina Carano, T.J. Miller, Ed Skrein, Rachel Sheen, Brianna Hildebrand, Paul Lazenby, Sean Quan, Ben Wilkinson, Naika Toussaint, Olesia Shewchuk, Kyle Cassie, Style Dayne, Fabiola Colmenero, Stan Lee
Productora: Marvel Enterprises / Marvel Studios / 20th Century Fox
Si opino de esta película, he de reconocer que no se que veredicto dar:
¿Es buena?¿Es mala? Es extraño como tengo ambos sentimientos, y ninguno.
Por un lado, POR FIN tenemos el aura que desprendía la genial KICK ASS,
y que nadie se atrevía a imponer en estos días. Espero que
siga el sendero previsible de todo rompetaquillas y nos encontremos a partir de ahora
ante una cascada de títulos tratados con este adulto punto de vista.
Pero, pasados los días, el recuerdo que me queda de ella, no es de plena satisfacción,
sino el mismo que con cualquier otra película de superheroes intrascendente (que las hay entre grandes joyas).
No sé. Esas sensación de euforia que me dieron películas como «Starship Troopers»,»Her» o «El show de Truman», parece que no voy a volver a sentirla…
Un saludo, Guillermo.
Estoy de acuerdo contigo Alejandro, no es de esas películas que se te quedan a fuego en la mente, pero creo que Deadpool tampoco lo intenta, le interesan más las artes marciales que la reflexión por así decirlo. La serie de Netflix Daredevil si casaría más con ese estilo, aunque tampoco vaya totalmente en esa dirección, en cines quizá hayamos tenido una ‘reflexión superheroica’ solo en Watchmen.
Un saludo!