Cine francés en la SEMINCI 2021

Si hay un país europeo (casi que se podría decir del mundo, aunque este es otro debate) que produzca tantas películas de calidad es, sin lugar a dudas, Francia. Presente su cinematografía en todos los festivales del globo, en la recién clausurada edición número 66 de la Semana Internacional de Cine de Valladolid no iba a ser menos. Centrándonos solo en la Sección Oficial de Largometrajes, y sin contar las coproducciones en lo que el país galo hace acto de presencia (otra cualidad plausible de la industria francesa), he aquí unas notas sobre las tres películas llegadas desde Francia que compitieron en la SEMINCI en su sección de mayor importancia. Pese a estar ausentes en el palmarés, se trata de tres obras a considerar, ya sea por su innegable interés y relevancia o por la veteranía de quien se encuentra detrás de la cámara.
La mejor de las tres fue El acontecimiento (2021), impactante segunda película de la periodista, escritora y cineasta francesa Audrey Diwan tras su ópera prima Mais vous êtes fous (2019). Ganadora del León de Oro en Venecia (presidido por Bong Joon-ho) y del premio FIPRESCI de la crítica internacional en el mismo festival llegó a Valladolid esta radical obra feminista que incomoda, sacude e impacta por su crudo realismo y su vindicación hacia los derechos de las mujeres. Un necesario y poderoso aldabonazo para alimentar conciencias y generar debates. La historia transcurre en la Francia de 1963 y narra las enormes dificultades que padece Anne, una brillante joven estudiante de Literatura, una vez se da cuenta que está embarazada. Su prometedor futuro peligra y el aborto es un delito castigado con cárcel.
Pocas opciones tiene Anne en una conservadora Francia donde el embarazo en la adolescencia es tabú y la interrupción de este se realiza clandestinamente, con el consiguiente riesgo de muerte. Por miedo, vergüenza o culpa la mayoría da la espalda a la protagonista y prefiere no inmiscuirse en un asunto que puede dejarlo entre rejas. La impotencia, nerviosismo y soledad de Anne se entremezcla con su entereza y seguridad para hacer frente al conflicto que le ha sobrevenido. Un conflicto, el embarazo, que tienen las mujeres pero que es legislado por hombres. Como dice la protagonista en una de las mejores escenas del filme, “una enfermedad que solo sufren las mujeres y las convierte en amas de casa”.
El acontecimiento se narra a través de capítulos que llevan por título las diferentes semanas de gestación y la cámara siempre permanece cercana a Anne, captando sus miradas, sus silencios, su rebeldía (magistral interpretación de la joven actriz franco-rumana Anamaria Vartolomei). Con un formato cuadrado, la cinta consigue trasladar la opresión y asfixia de una mujer en una sociedad dominada por varones. Aparte de su potente puesta en escena, el otro gran valor de la película es que no se queda donde otras lo hacen, es decir, en mostrar en modo de denuncia el calvario por el que han de pasar jóvenes para abortar, sino que Diwan va más lejos y con el relato expuesto anima a contar las experiencias propias, a sublevarse contra el patriarcado, a luchar por una revolución feminista (la película se cierra en una fecha significativa de julio). Basada en la novela homónima y autobiográfica de la escritora francesa Annie Ernaux (editada en España por la editorial Tusquets), El acontecimiento tiene previsto su estreno en nuestro país el mes de febrero del próximo año.

Después de su paso por la Semana de la Crítica del pasado Festival de Cannes se exhibió en la SEMINCI Una historia de amor y deseo (2021), segundo largometraje de la directora y guionista tunecina Leyla Bouzid. Con dominio de la narración sosegada y enigmática, Bouzid presenta a dos jóvenes estudiantes de literatura que desde que se conocen en una universidad parisina comienzan a tener una fuerte atracción el uno por el otro. Él es Ahmed, francés de origen argelino de 18 años. Ella es Farah, joven tunecina que acaba de llegar a la capital francesa. Son chavales, sin ataduras, con un fuerte deseo sexual que es recíproco, ¿qué puede frenarlos para practicar el coito? En principio nada, pero Ahmed prefiere frenar su deseo como forma de potenciarlo todavía más. La clave está en la literatura árabe de corte erótico y sensual que ambos comienzan a leer y memorizar.
Por otro lado, se aprecia en el filme apuntes sobre la identidad. El conflicto juvenil de franceses migrantes o de ascendencia árabe producido por la colisión entre sus costumbres familiares y la cultura occidental se ha manifestado en los últimos años en obras de producción gala como Cigare au miel (Kamir Aïnouz, 2020), Un diván en Túnez (Manele Labidi Labbé, 2019) o ADN (Maïwenn, 2020), todas ellas dirigidas por directoras nacidas en Francia con ascendencia árabe. Películas que reflexionan sobre los conflictos identitarios y donde el amor y el deseo también están presentes.
El deseo de Ahmed y Farah, y la represión autoimpuesta por el primero se palpan en los fotogramas, logro difícil de alcanzar que recuerda a la hazaña conseguida el pasado año por Danielle Arbid con su notable Passion Simple (2020), donde el delirio y la locura por la pasión y deseo sexual también se trasmitían a través de los poros de las imágenes. En definitiva, la directora de À peine j’ouvre les yeux (2015) consigue trasmitir la vorágine de emociones y dudas que acompañan a la juventud, y con riguroso estilo formal plantea cuestiones sobre el amor, la identidad, la clase social y la represión y liberación del deseo.

Para el cierre de este artículo, Mali Twist (2021), la última propuesta de cine político del veterano cineasta Robert Guédiguian, responsable de títulos tan memorables como Marius y Jeannette (1997), La ciudad está tranquila (2000) o Las nieves del Kilimanjaro (2011), estos dos últimos ganadores en Valladolid de la Espiga de Oro y de Plata respectivamente. Habitual, por tanto, de la SEMINCI, el cine del realizador marsellés es bien conocido por el público vallisoletano. En esta ocasión, Guédiguian no ubica su historia en Francia, sino en la Malí postcolonial de los años 60. El protagonista es Samba, un joven revolucionario de Bamako (la capital) que cree firmemente en el proyecto socialista que está gestando el gobierno. Sin embargo, buena parte de la población se muestra recelosa de los cambios anunciados por los nuevos líderes del país. Un país que consigue su independencia de Francia el 22 de septiembre de 1960, siendo elegido Modibo Keita como presidente. Es por ello por lo que Guédiguian sitúa su relato en plena transformación social, política y económica de todo un territorio.
Al mismo tiempo que las tensiones entre la población incrementan, los jóvenes bailan rock and roll en discotecas, disfrutan con una música y unos bailes recién llegados desde Occidente. Estas conductas son valoradas como negativas por los miembros socialistas del Gobierno, lo que provoca los primeros enfrentamientos de Samba con sus líderes. En este contexto aparece Lara, joven que huye en secreto de su aldea ante la intención de su familia de casarla forzosamente. Samba le ayuda y terminará enamorándose de ella, pero todas las circunstancias que le rodean no les son favorables. A medias entre el drama romántico y el thriller político, la película es plana en todas sus facetas, incapaz de generar entusiasmo ni a través de sus imágenes ni de su rudimentario guion. Se salva del naufragio gracias a las creíbles interpretaciones de los jóvenes intérpretes y a una historia africana que pocas veces se cuenta. Que Guédiguian no se encuentra en el mejor momento de su carrera profesional lo descubrimos con su anterior filme, Gloria Mundi (2019), y lo constata ahora con esta nueva obra. Esperemos que su cine encuentre un nuevo rumbo, con ideas frescas y sugerentes, sin necesidad de abandonar su necesario y valiente compromiso con el cine político y social.