#Chef
La idea de poder ganarnos la vida haciendo aquello que más nos gusta es uno de esos sueños que bien nos puede servir de incentivo para esforzarnos al máximo en aquello que hacemos o bien se puede convertir en una fuente de frustraciones que nos transforme en personas resignadas y grises. En estos tiempos que corren, cada vez resulta más difícil encontrar un empleo que encaje con tu vocación más personal. Ahora todo es distinto, si ya de por sí fue difícil siempre conseguir vivir de lo que mejor se te da hacer, a día de hoy, incluso el que decide estudiar y formarse para llegar a ser un buen profesional lo hace a sabiendas de que seguramente luego tendrá que conformarse con el primer trabajo que le garantice cierta estabilidad económica. En otras palabras, vivir ejerciendo tu vocación es en estos momentos casi una utopía, una cuestión que por difícil y sacrificada a la hora de perseguir parece reservada sólo para los más valientes y románticos; para los más perseverantes y decididos.
Uno de estos románticos afortunados que ha conseguido el milagro del que estamos hablando es el protagonista de #Chef (de título original Chef, Jon Favreau, 2014), el jefe de cocina Carl Casper, personaje que por cierto interpreta el propio director de la película. El bueno de Carl es un dedicado profesional que trabaja para Riva (Dustin Hoffman), un tozudo empresario de férreas exigencias que solo mira por las cuentas de su local y que además tiene la dichosa manía de meter su hocico en los fogones más de lo que debiera, por ejemplo decidiendo qué platos conformarán la carta de su restaurante, o ejerciendo presión en un terreno que al fin y al cabo no domina y corresponde más bien a su equipo de cocineros.
Como Carl Casper es un chef apasionado de su profesión y es perfectamente consciente de que es un privilegiado por poder trabajar en aquello que más le gusta, sobrelleva las intrusiones de su jefe con la mejor actitud posible, haciéndose fuerte junto a su equipo de cocineros, un equipo de profesionales, que más que compañeros de trabajo parecen una familia. El buen ambiente y la unión que se respira entre cazuelas y sartenes compensa de sobra las continuas intromisiones de su jefe, que parece empeñado en dirigir todos y cada uno de los aspectos del negocio. Pero lo que en un principio son pequeñas tensiones se transforman en un grave conflicto a causa de la afilada crítica que un influyente especialista en gastronomía publica en una famosa web de cocina. La reseña tendrá reacciones inmediatas en el negocio de Riva y en la vida del chef Casper. En las redes sociales estalla una guerra directa de acusaciones entre Carl y el popular crítico de cocina, convirtiéndose en una batalla viral de la que todo el mundo andará pendiente. Por otra parte estalla otra contienda, esta vez entre chef y empresario, quien en un agrio cruce de acusaciones le recriminará la actitud altiva (pero accidentalmente pública) que el cocinero ha adoptado en la red social, y motivará de camino que en poco más de veinticuatro horas el chef Carl Casper se vea buscando un nuevo empleo, obligándole a empezar una nueva vida desde cero y que su propio restaurante pierda a uno de los mejores profesionales que podía tener.
Estas cosas pasan, y éste es el punto de partida de la última cinta de un director que mayormente es conocido en todo el mundo por haber dado a luz a la famosa saga del superhéroe más soberbio, Iron Man (en 2008 y 2010). Director que ha querido demostrar en esta ocasión que se puede mover con cierta soltura en géneros totalmente distintos al que le dio popularidad.
A medida que transcurren las escenas, el mensaje de #Chef nos va calando y nace la peculiar sensación de que estamos ante una película que es una especie de desquite profesional; un lujo personal necesario para el propio realizador, el cual quizás sentía la necesidad artística de apartarse un poco de la presión que ejercen los ejecutivos de Hollywood cuando se planean grandes Blockbusters. Parece que Favreau quisiera haberse deshecho de los grilletes y exigencias que acarrea trabajar para el lado más caníbal de la industria cinematográfica con el objetivo de hacer su propia película de autor. Y la verdad es que, si bien el resultado final no responde del todo a lo que podría entenderse como cine de autor, al menos intencionalmente queda bien claro dicho afán, ya que el propio realizador no solo se da el regalo de actuar como protagonista principal (labor que desempeña bastante bien por cierto), sino que también firma el libreto de la película. Así pues, estamos probablemente ante la película “más Favreau” hasta la fecha. Una propuesta que, a pesar de alejarse de los cánones del mainstream puro y duro, tampoco se adentra en lo más hondo de los terrenos más personales.
Vaya por delante que la última cinta de Favreau no es una obra maestra, pero cabe reconocer que, una vez finaliza, la película deja un regustillo agradable gracias a que rebosa un espíritu romántico, positivo y vitalista. Y es que estamos ante una propuesta que, a pesar de nadar en aguas poco profundas, hace de su sencillez su mejor arma y encima sazona inteligentemente sus capacidades con algunas virtudes formales y acierto en el tono (por ejemplo su rítmico montaje, su sentido del humor o su frecuente uso de una refrescante banda sonora). #Chef es una obra que decide afrontar los problemas de la vida con una sonrisa y que propone aceptar las vicisitudes de nuestro día a día con una actitud receptiva y provechosa. Una cinta que aboga por la perseverancia y la lucha en lugar de la resignación cuando todo parece estar perdido y que además de dejar en el espectador un benigno poso de positivismo, se las arregla para entretenerlo con un sorprendente garbo. Empezar de cero nunca pareció una oportunidad tan atractiva para retomar el camino del éxito.
Como podéis imaginar a estas alturas, no estamos ante una película excluyente solo apta para los amantes de la cocina; más bien al contrario. Aquí el mundo de la gastronomía no actúa como factor marginal, sino que ejerce de vehículo narrativo y potencia el ya variado dossier temático. No sólo los apasionados de la gastronomía disfrutarán con la pasión que la película supura por este arte, sino que cualquiera que se decida a probar podrá hacerlo igualmente viendo cómo se abordan los distintos argumentos, los cuales, además de tratar el conflicto mundo laboral vs. aspiraciones vocacionales, exponen con diferente acierto otros de muy distinto calado y características, a saber: el peligroso doble filo de las redes sociales, el cuestionamiento sobre el rol, la ética y responsabilidades de la crítica profesional en cualquier campo del mundo artístico, o la vuelta soñada vuelta a las raíces cuando la vida ha perdido el norte.
No todo es perfecto en la película de Favreau, pues puntualmente aparecen tópicos frecuentes que acostumbramos a ver en el cine norteamericano, como es el asunto de la relación padre/hijo en un contexto de una familia de padres separados. Pero incluso en este terreno, el cual por cierto es uno de los motores principales de la trama, la película se las arregla para moverse con cierta gracia al decidirse por abordar la trama de una forma un tanto peculiar, alejada (salvo en algún momento estratégico) del melodrama o lo excesivamente edulcorado.
Igualmente puede recriminársele el tratar ciertos temas con un tanto de frivolidad o ligereza, pero se intuye que los momentos más excéntricos de la cinta tienen la intención de retratar actitudes más bien denunciables en las esferas más snobs de la sociedad norteamericana. Porque, ¡eh!, esto es importante, #Chef puede leerse también como una colorista postal sobre la cultura y sociedad norteamericana; su Tour a través de las distintas ciudades del país, sus canciones y su gama de sabores apuntan a que hay una faceta de esa sociedad y cultura que pretende reivindicar, y esa faceta no es otra que la de la riqueza que aporta el mestizaje; el de sus gentes, el de su música, el de sus sabores…
A pesar de las pocas expectativas que despertaba en un principio, la receta del hombre que volvió a poner en el candelero a Robert Downey Jr. funciona. Le ha salido un plato con cierto sabor autóctono, a camino entre lo auténticamente yankee y lo multicultural. La amplia gama de escenarios, colores, sonidos y sensaciones dan fe de ello. Se nota la pasión y la libertad que Favreau ha decidido darse a sí mismo y se nota que disfrutó haciendo esta película, pues #Chef transmite exactamente la gama de sentimientos de los que habla en sus casi dos horas de metraje. Además, como postre tenemos a un John Leguizamo rebosante de carisma y como guindas del pastel unas muy breves pero sabrosas apariciones de aquel que dio vida a Tony Stark o aquella que hiciera lo mismo con Black Widow (y es que, la Johansson, hasta degustando un plato está para comérsela). Ah bueno, sí… y Sofía Vergara… claro.
Poco más que decir; #Chef se perfila como una muy buena opción para elegir en la cartelera de verano. Eso sí, quien saque la entrada que se lleve algo que picotear a la sala porque su estómago lo va a gradecer cuando los distintos manjares aparezcan en una pantalla tan grande y el hambre empiece a arreciar.
No. Esta vez no vamos a ponernos delicados, en esta ocasión está más que justificado comer en la sala de cine. Eso sí, masticad flojito. Pues nada… ¡¡Buen provecho!!.
Calificación: 7/10.
Año: 2014
Duración: 115 min.
País: Estados Unidos
Director: Jon Favreau
Guion: Jon Favreau
Música: Mathieu Schreyer
Fotografía: Kramer Morguenthau
Reparto: Jon Favreau, Sofía Vergara, John Leguizamo, Scarlett Johansson, Oliver Platt, Bobby Cannavale, Dustin Hoffman, Robert Downey Jr., Amy Sedaris, Garry Shandling, Emjay Anthony, Minn Vo, Teebone Mitchell, Maria F. Blanco, Julian Graham
Productora: Open Road Films / Aldamisa Entertainment