C’est la vie

Uno de los días más importantes y señalados para muchas personas (aunque cada vez menos) es el de su boda, ese preciso momento en el que contraen unión matrimonial dos enamorados. Es por ello por lo que los futuros casados dedican gran parte de su tiempo a la preparación del enlace y el convite, cuidando cada detalle y procurando que todo salga a la perfección, para que recuerden tal fecha toda la vida y para que sus invitados se encuentren lo más cómodos y felices posibles. El problema se origina cuando los responsables de que todo vaya a pedir de boca (el personal de cáterin, el fotógrafo, la orquesta) no son los más cualificados que existen para su trabajo, por decirlo suavemente, y esto es lo que precisamente sucede en C’est la vie, la última comedia de los realizadores galos Olivier Nakache y Eric Toledano. Ambientada en un castillo parisino del siglo XVIII en donde tienen lugar convites de boda, la cinta transcurre en los preparativos y celebración de uno de ellos.

Nos hallamos ante una divertida obra de enredos continuos y alocados personajes (poseedores la mayoría de una infantil y precaria inteligencia) en donde ya sabes de antemano que todo va a salir mal y que tiene en los gags sus grandes bazas, lo que hace peligrar sus cimientos cuando estos no son efectivos. Los responsables de la célebre y taquillera Intocable (2011) nos proponen en su sexto largometraje una comedia que fija como único objetivo hacer reír, proeza que consiguen en más de una ocasión, logrando secuencias muy hilarantes como aquella en la que hay un equívoco a consecuencia de las pelucas que han de llevar los camareros o esa otra en donde la sorpresa del novio termina en un buen susto, aunque otras tantas bastante manidas y pueriles. Pero nunca aspiran a contarnos nada más a pesar de que tenían potencial para ello, como por ejemplo hurgar en una actual clase adinerada francesa que añora vivir en el feudalismo y que trata a la clase obrera como si sus lacayos fuesen, o así como en la problemática de la falta de empleo y precariedad laboral que hostiga también a Francia.

El coral reparto, que está repleto de rostros conocidos para la audiencia francesa, se encuentra encomiable, destacándose al actor y guionista Jean-Pierre Bacri, quien encarna al director de la empresa de celebraciones, el cual se nos presenta al comienzo del filme como un hombre ambicioso, sin escrúpulos y de pocos amigos, pero que en el transcurso del metraje lograremos empatizar con él. Presente en la Sección Oficial del pasado Festival de San Sebastián y nominada al Goya a la mejor película europea, C’est la vie hace aumentar el número de bodas vistas en cine que terminan no todo lo deseable que novios, invitados y personal de cáterin soñaban, junto a las de Melancolía (Lars von Trier, 2011), Relatos salvajes (Damián Szifrón, 2012), Rec 3: Génesis (Paco Plaza, 2012) o 3 bodas de más (Javier Ruiz Caldera, 2013), por citar solo algunas. Porque ya saben, el día más señalado de vuestras vidas puede convertirse en tal por otra razón bien distinta a la prevista en un principio.

Calificación: 6/10

 
 

Título original: Le sens de la fête

Año: 2017

Duración: 115 min.

País: Francia

Director: Olivier Nakache, Eric Toledano

 

Guion: Olivier Nakache, Eric Toledano

 

Fotografía: David Chizallet

Música: Avishai Cohen

Reparto: Jean-Pierre Bacri, Vincent Macaigne, Kévin Azaïs, Suzanne Clément, Gilles Lellouche, Judith Chemla, Jean-Paul Rouve

Productora: Gaumont / Quad Productions

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