Carmen y Lola
Carmen y Lola son dos adolescentes madrileñas de 17 y 16 años, ambas de etnia gitana y las dos con planes y ambiciones para el futuro, con ansias de comerse el mundo como cualquier joven a esa edad. Dos pajarillos a los que se les están formando las alas. Carmen pronto estará comprometida, ha dejado los estudios y se imagina abriendo una peluquería. A Lola lo que le gustaría es ser maestra y no llevar la vida de su madre, que no va más allá de casarse muy joven, abandonar el instituto, tener hijos y pasar su existencia cuidándolos, cocinando y limpiando la casa. Además, a Lola le gustan las chicas, y no los chicos, grave pecado dentro de las comunidades calés más retrógradas. Porque es una de esas comunidades gitanas más reaccionarias y rancias la que Arantxa Echevarría dibuja para su ópera prima, donde un atroz machismo, una violencia siempre latente y la homofobia más atávica reinan en ese opresor ambiente patriarcal.
«Las gitanas, por no tener, no tenemos ni sueños», dice Lola en una escena clave de la película. Y es que nacer mujer, gitana y homosexual en tal escenario no es en absoluto fácil. Las costumbres y rituales tan vetustos que se muestran son mayormente retratados por la directora de forma forzada, poco sutil, utilizando a veces los estereotipos gitanos con brusquedad y poca inspiración. En cambio, otras secuencias sí que están a la altura de la intensa historia de amor que presenta, que es la gran virtud del filme. Tanto que Echevarría escasamente profundiza en los personajes secundarios para centrarse en las dos protagonistas. La puesta en escena utilizada bebe claramente del cine independiente europeo. Una cámara en mano que persigue a las dos jóvenes, con primeros planos y crudos colores en su fotografía. En cambio, al contrario de otras cintas europeas con retratos de adolescencias difíciles en desvalidos entornos, la realizadora recurre a insertar muchas escenas muy cortas que poco aportan al conjunto y el efecto que provoca es el de estancar el ritmo.
Con muy dignas actuaciones del neófito reparto (destacándose al elenco femenino al completo), Carmen y Lola posee la originalidad de mostrar una relación lésbica en el contexto de una comunidad gitana (tan escasamente expuesta en el cine) aunque a veces no logre las dosis de realidad que anhela. Funciona mejor como historia romántica y relato de iniciación que como espejo de la vida gitana contemporánea. Estrenada mundialmente en el Festival de Cannes, enmarcada dentro de la Quincena de Realizadores, al debut en el largometraje de Echevarría le falta pulimento pero la pasional historia de dos jóvenes pájaros ansiosos de escapar de sus jaulas y echar vuelo bien merece la pena, además de por el arrebatador último tercio, un torbellino emocional vibrante, angustioso, y finalmente esperanzador.
Calificación: 6/10
Título original: Carmen y Lola
Año: 2018
Duración: 103 min.
País: España
Director: Arantxa Echevarría
Guion: Arantxa Echevarría
Música: Nina Aranda
Fotografía: Pilar Sánchez Díaz
Reparto: Zaira Morales, Rosy Rodríguez, Moreno Borja, Carolina Yuste, Rafaela León
Productora: Tvtec servicios audiovisuales / ICAA
No conocía está cultura, siempre me han enseñado no juzgar. Hoy puedo decir que no quiero conocer esta cultura, lo único bonito que sueltan por la boca es el arte de la música, lo demás, es despreciable. En el cine, había tres gitanos, se levantaron cuando ambas mujeres se besaron Y se fueron, enseñando y dejando en evidencia la verdad de la película. Si la felicidad de una gitana se basa en encontrar a un hombre bueno, en ser buena ama de casa y procrear, se confunden, conocen la esclavitud y a ser mudas ante su palabra, ante su esencia de ser mujer, a ser sumisas ante un hombre, no conocen el AMOR, ni mucho menos el brillo que posee dicho sentimiento como lo han calcado las protagonistas. Y es triste ver que para ser feliz con lo que uno realmente quiere y siente, tiene que renunciar a una familia, ni siquiera amor de familia hay y eso es muy muy triste. La película es un punto de reflexión que todos deberíamos de tener y aprender, abrir la mente a un nuevo mundo llamado Felicidad y autodescubrimiento.