Carlitos y Snoopy: La película de Peanuts

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Desde que las maravillosas Pixar DreamWorks Animation revolucionasen hace más de dos décadas la industria de la animación, a muchos de sus amantes nos ha ido invadiendo la agridulce sensación de que todos los postulados del «género» se han ido homogeneizando de tal forma que la diversidad de formatos que terminan llegando a la gran pantalla se ha visto reducida de una manera drástica. Tanto es así que, a día de hoy, raro es el caso de la cinta en 2D que llega al cine con miras de llegar a un espectro amplio de espectadores (quitando el excepcional caso de los Estudios Ghibli). Además, éste curioso fenómeno imitativo no se queda en la mera y lógica anécdota que marca la evolución paralela de los formatos creativos junto a la técnica y la tecnología, sino que dicha tendencia a la uniformidad se ha terminado extendiendo a la esencia y personalidad de las historias que éstas narran. Por poner un ejemplo, la famosa Fórmula Pixar se ha intentado imitar tantas veces a lo largo de estos últimos años, que muchos ya hemos perdido la cuenta del número de clones desmerecidos que nos han intentado colar. El resultado de todo esto es ya sabido por muchos; cada vez es más difícil encontrar una perla que no se haya querido poner voluntariamente a la sombra de los dictados de la corriente actual y cada vez es más extraño ver alguna propuesta que no se limite a sucumbir a las exigencias de lo que pide el público mayoritario.

Teniendo esto en cuenta, cabe decir que la llegada a nuestra cartelera de Carlitos y Snoopy: La película de Peanuts (o Snoopy & Charlie Brown: The Peanuts Movie; 2015) es poco más que un regalo para los que ya estamos un poco saturados de la misma estética y el mismo discurso. O al menos, dicho de otra forma para evitar malentendidos, para los que también sabemos agradecer que nos ofrezcan alternativas a las maravillosas obras facturadas por los gurús de la animación. En este sentido, la película de Steve Martino se siente como una isla en medio de un inmenso océano en el que todos quieren ser agua.

Muchos mirarán incrédulos las imágenes de la producción y verán una clara contradicción en esto que acabo de afirmar ya que, como es evidente, el universo del encantador Snoopy y compañía ha sufrido una traslación al mundo tridimensional; pero nada más lejos de la realidad, pues lo que a primera vista parece una apuesta por subirse al tren de los cánones modernos, una vez visto con qué espíritu se ha traducido en imágenes, se revela como una actualización respetuosa e inteligente del mismo.

Aunque lo que de verdad convierte a The Peanuts Movie en una rara avis del panorama animado actual es la tremenda y única personalidad que demuestra a la hora de elegir lo que contarnos y preocuparse en cómo contárnoslo. Ya sea porque, no lo olvidemos, las tiras cómicas en las que se basa se remontan a una época donde el humor y las perspectivas sobre lo infantil y lo adulto eran diferentes o por simple decencia artística, en La película de Peanuts pasan olímpicamente de tratar a los más peques como un puñado de tontos mononeuronales. Esto, que en un principio puede parecer lo más natural del mundo, se está convirtiendo en un tipo de discurso casi contracultural, y creo sinceramente que ninguna reseña medianamente seria debería olvidar señalar la virtud que supone ser capaz de hilvanar una película infantil medianamente entretenida en la que tanto peques como mayores pueden encontrar ecos libres de distorsión sobre los verdaderos problemas que se encuentran en la vida real: La escuela, el vecindario, la amistad o el amor temprano tienen un halo de naturalidad que hace que la película de Martino se distinga entre el horizonte difuso que se pierde en lo similar del resto de tonos y matices que estamos acostumbrados a ver. Nada de lo que sorprendernos si tenemos en cuenta la actitud universal de las tiras cómicas de Charles Schulz, pero todo un logro al mismo tiempo, ya que quizás lo más fácil hubiera sido abandonarse a la tentación de renunciar a una adaptación fiel y honesta en pos de una buena recaudación y un éxito de taquilla más amplio.

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Por tanto, estamos ante una película que seguramente no llegue a todos los públicos fuera de sus fronteras nativas (donde sí goza de una popularidad fuera de toda discusión), pero que gozará con toda seguridad de la atención de un número reducido de fieles que buscan algo diferente a la oferta habitual. Por supuesto, los que décadas atrás empezaran a disfrutar de las aventuras urbanas de Charlie Brown podrán jugar la baza de la nostalgia, por lo que con toda seguridad serán estos quienes más disfruten de ella. Aun así, los que no conozcan demasiado el microcosmos de Snoopy o simplemente los que prueben sin más, podrán sacarle a la propuesta algo de jugo, aunque seguramente salgan del cine con la sensación de que han visto una historieta a la que le falta chicha (al menos si lo que buscaban era esa a veces forzada dosis de acción, ruido y correteos que las fórmulas habituales parecen forzadas a incluir).

Aquí la cosa no va de héroes u objetos personificados que hablan y deben salvar a princesas; aquí la historia es mucho más reconocible: Charlie Brown, ése chico algo cándido y sensible que siempre está preocupado porque nada le termina de salir bien, se ha enamorado a primera vista de la nueva chica del barrio; una niña de melena pelirroja con la que compartirá aula y a la que sueña con seducir. El problema es: ¿cómo puedes hacer que esa chica especial se fije en ti cuando pareces no encajar con nadie, ni dar una a derechas? Lo dicho… ¿No os suena? Pues ésa es la película que ofrece Steve Martino, una historia que sin demasiados aspavientos y con un humor blanco e inocente se hace grande en el corazoncito del espectador.

Aunque, no lo olvidemos, en el mundo de Charlie Brown (como en el nuestro) nada sale nunca redondo del todo y The Peanuts Movie parece ser un reflejo inconsciente de esto. Su mayor imperfección radica en la farragosa y pesada historia paralela que vive (o mejor dicho, fantasea) Snoopy. Y es que, lejos de ser un contrapunto que refuerce la divertida, enternecedora y entretenida trama que protagoniza el chico de los jerseys amarillos, las delirantes aventuras «imaginadas por capítulos» por el famoso perrito saben a un estorbo que emborrona la factura general de la cinta y puede incluso llegar a sacar a más de uno de lo que realmente interesa.

Quizás esto no sea más que un guiño necesario a los más peques en una propuesta que al fin y al cabo tampoco se debe olvidar de que estos también disfrutan con ese tipo de humor más simplificado y directo. Quizás es que nos hemos acostumbrado demasiado a «la fórmula de la Coca-Cola» e inconscientemente no nos sentimos nunca del todo cómodos cuando volvemos a paladear algo diferente. Sea como sea, aunque la nueva entrega de Carlitos y Snoopy esté lejos de ser una obra maestra, es una experiencia que no deja de ser disfrutable, se tenga la edad que se tenga y seamos más o menos fans de estos personajes. Posee valores e ideas interesantes para cualquier miembro de la familia y se cuida de imitar los tics excesivos en los que muchas producciones de este tipo caen en demasiadas ocasiones. Estamos ante una obra sencilla con objetivos sencillos, y dentro de lo que pretende funciona. Así que, cual alumno aplicado, aprueba.

Después de todo, algo tiene que salir bien, ¿no, Charlie?

Calificación: 6/10

 
 

Peanuts_cartel_Ge_MCTítulo original: Snoopy and Charlie Brown: The Peanuts Movie

Año: 2015

Duración: 93 min.

País: Estados Unidos

Director: Steve Martino

Guion: Craig Schulz, Bryan Schulz, Cornelius Uliano (Cómic: Charles Schulz)

Música: Christophe Beck

Fotografía: Animation

Reparto: Animation

Productora: Blue Sky Studios / Peanuts Worldwide / Twentieth Century Fox Animation

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