Burning
Hambre grande
El irrefrenable deseo de escribir de un escritor colisiona en ocasiones con el denominado pánico al folio en blanco. Se necesitan estímulos e imaginación suficientes para inventar una novela. Jongsu, protagonista de la película más enigmática y subyugante de la temporada, acaba de licenciarse en escritura creativa y aspira concebir una historia de ficción como las que escribe su admirado Faulkner. Un día, mientras transporta unas cajas, se topa con una antigua vecina a la que apenas identifica -se trata del plano secuencia con el que abre el filme- y será a partir de este encuentro cuando al joven de gran timidez y candoroso aspecto le comenzarán a ocurrir extraños sucesos (teléfonos que suenan por la noche, una gata a la que debe alimentar pero que nunca ha visto, un inesperado regreso a la vieja casa familiar). Después de varias citas con la chica, se entromete entre ellos un Gran Gatsby surcoreano -joven, rico, pero del que se desconoce su profesión- que les muestra la lujosa vida que disfruta y le confiesa una llamativa afición que posee desde hace tiempo. Juntos forman un triángulo amoroso de lo más insólito.
Burning es una inclasificable obra repleta de infinidad de matices y aristas, un cuento de misterio e insinuación que se expone a múltiples interpretaciones gracias a su aguda narración, capaz de crear intriga en cada paso y ofrecer más recónditos interrogantes que sencillas respuestas. El filme lo dirige el realizador surcoreano Lee Chang-dong -director de aplaudidos largometrajes como Oasis (2002) o Poesía (2010)- quien adapta libérrimamente el relato Quemar graneros de Haruki Murakami (editado en nuestro país por Tusquets en la colección de cuentos El elefante desaparece). Respecto a la obra del japonés, Chang-dong solo utiliza la parte central del relato y los aspectos personales de la chica (como su afición por pelar mandarinas a través de la mímica o su incontrolable sueño que le hace dormir en cualquier lugar), aunque con ciertas diferencias, como la edad del protagonista o el país donde se desarrolla la trama, que se traslada de Japón a Corea del Sur. Por lo demás, todo parte del guion escrito por el director y su coguionista Jungmi Oh, quienes se reivindican como excelentes creadores con una inventiva asombrosa, capaces de alumbrar originales diálogos y crear complejas capas narrativas. Eso sí, el suspense y las sugerentes conversaciones se mantienen en ambas obras, así como el hecho de ofrecer más intrigas que resoluciones, lo que le otorga a las dos un hechizo poderoso.
Sendos guionistas incendian la historia con invernaderos, pozos, rituales africanos sobre el hambre grande (preguntas sobre la existencia y el sentido de la vida) y hasta hombres de negro. No reservándose críticas al gobierno surcoreano y planteando un inestable mundo donde los jóvenes no tienen cabida (solo los de clase adinerada), subrayándose los distintos estratos sociales existentes hoy día. Tales elementos sirven para lograr una fascinante película con secuencias de gran valor cinematográfico, como una singular escena de cama y un magnético baile al anochecer rodado con luz natural y cámara en mano. El director de fotografía, Kyung-Pyo Hong, enmarca cada fotograma dotándolo de gran belleza, que unido al relato dan lugar a una inquietante atmósfera y un clímax desasosegante. De tal excitación como el hambre grande de un escritor en ciernes que halla en su propia vida suficiente material para empezar a escribir.
Calificación: 9/10
Año: 2018
Duración: 148 min.
País: Corea del Sur
Director: Lee Chang-dong
Guion: Lee Chang-dong, Jungmi Oh (Historia: Haruki Murakami)
Música: Mowg
Fotografía: Kyung-Pyo Hong
Reparto: Yoo Ah In, Steven Yeun, Jun Jong-seo, Gang Dong-won
Productora: Pine House Film / NHK / Now Films