Brooklyn
Cuesta mucho imaginar cuáles han sido las razones objetivas para que una película como Brooklyn (John Crowley, 2015) haya cosechado a lo largo de los últimos meses la ristra de premios que la catapultaron hasta figurar incluso en la categoría de Mejor Película (aparte de otras dos más) en la pasada edición de los Oscars. Decimos esto porque la multiproducción de alma irlandesa que adapta la exitosa novela homónima de Colm Toibin es una de esas obras que parecen facturadas a golpe de manual sin ningún tipo de complejos. Repleta de estereotipos y lugares comunes, estamos ante un melodrama de tono romántico en el que, por desgracia, todo nos suena demasiado familiar y lo que está por acontecer se intuye desde los primeros minutos.
Quizás resulte paradójico, pero tanta previsibilidad no ayuda en absoluto a reforzar la supuesta incertidumbre que Eilis Lacey, la protagonista de la cinta (una estupenda Saoirse Ronan), debe afrontar. Ella, una representación arquetípica del emigrante irlandés que marchó a los Estados Unidos en busca de una vida mejor allá por los años cincuenta, cruza océanos inmensos y mares profundos de dudas a lo largo de las dos horas de metraje sobre las que se extiende la trama, pero en cambio y a causa de tanta falta de riesgo y novedad, el espectador difícilmente podrá empatizar con sus sensaciones a no ser que se dé el caso de que éste haya vivido personalmente alguna historia similar. Y es que (se me ocurre que éste puede ser uno de los motivos clave de su éxito cara a la galería) el trasfondo de la manida historia de amor que no esconde Brooklyn sigue, por suerte o por desgracia, muy de actualidad.
Así pues, la película del realizador nacido en Cork gana algo más de valor si es vista como una interesante historia de imigración en vez de como el típico relato de «chica conoce a chico y viven una relación intensa pero difícil». Si bien es cierto que ambas dimensiones son más bien complementarias en vez de excluyentes, analizadas aparte nos dejan una sensación de desequilibrio algo desconcertante. Su condición de espejo vital para aquellos que alguna vez se vieron obligados a abandonar su tierra en busca de una vida mejor reluce, sin duda alguna, con mucho más brillo que su faceta romántica, por lo que muchos saldrán algo confusos de la sala de cine cuando se planteen valorar si Brooklyn cumple con las expectativas que crea.
Me atrevo a decir que, como obra cinematográfica, la nueva producción de John Crowley quedará relegada al olvido en cuestión de poco tiempo. Al igual que la mujer a la que otorga vida Saoirse Ronan, da la sensación de que se siente una entidad estancada entre dos tierras que no terminan de pisarse nunca con total seguridad. Brooklyn tira de manual, pero irónicamente se muestra torpe a la hora de definirse como un producto sólido y recomendable más allá de su condición de adaptación respetuosa de una obra literaria reconocible y popular o del llamativo trabajo de su protagonista principal (sin duda, el principal puntal que sostiene todo). Es cierto que no aburre y se deja ver una vez superamos su ensimismado primer tramo de metraje, pero también es verdad que su falta de pretensiones la convierten en «una de tantas», algo que resulta imperdonable para cualquier obra artística que se precie.
Por tanto, podríamos resumir la trayectoria de Brooklyn como uno de esos raros casos en los que una idea aparentemente floja y poco valiente termina cobrando una inesperada y quizás poco merecida relevancia. Como siempre, el tiempo se encargará de ponerla en su sitio (al igual que sucederá con todo lo dicho y escrito sobre ella, este texto incluído). Pero me cuesta apostar por la trascendencia de algo que se refugia en su propia templanza para funcionar como obra de entretenimiento. En un panorama donde solo los nombres de los valientes perduran, Brooklyn se antoja demasiado blanda. Y a pesar del gran trabajo de Saoirse, de su elaborado diseño de producción o de su extraña capacidad para retenerte hasta los créditos finales después de todo el mencionado repertorio de lugares comunes e incluso personajes planos y desdibujados, cabe poco margen para destacarla como historia porque ya la hemos visto contada en otras muchas ocasiones y, porque además, la hemos visto relatada mucho mejor.
Entretiene y poco más. Pero quizás es más recomendable esperar a alquilarla en lugar de pasar por taquilla. Que no nos cieguen con tanto galardón, Brooklyn solo destaca entre las afanadas películas de sobremesa que emiten en televisión. Ahí sí que se hace verdaderamente fuerte.
Calificación: 5/10
Año: 2015
Duración: 111 min.
País: Irlanda
Director: John Crowley
Guion: Nick Hornby (Novela: Colm Toibin)
Música: Michael Brook
Fotografía: Yves Bélanger
Reparto: Saoirse Ronan, Emory Cohen, Domhnall Gleeson, Julie Walters, Jim Broadbent,Michael Zegen, Mary O’Driscoll, Eileen O’Higgins, Emily Bett Rickards, Paulino Nunes, Eve Macklin, Maeve McGrath, Jenn Murray, Aine Ni Mhuiri, Nora-Jane Noone
Productora: Coproducción Irlanda-GB-Canadá; Wildgaze Films / Parallel Film Productions / Irish Film Board / Item 7