Barry Seal: El traficante

La moda de las películas de traficantes arrancó hace unos años con la gran aparición de la serie Narcos. Bien es cierto que previamente se habían realizado diversos trabajos relacionados, sin embargo nunca habían tenido la repercusión de hoy en día tras el gran trabajo de Netflix. Tras esta serie se lanzaron a producir trabajos de Escobar, diferentes narcotraficantes, varias organizaciones y conversaciones políticas… sin embargo, no es usual profundizar en los personajes secundarios, aquellos que realmente se juegan el tipo en el tráfico de drogas y que se venden por sumas millonarias aun sabiendo que, si les pillan, acabarán sus vidas en la cárcel o, todavía peor, serán juzgados y dictados con pena de muerte. Detrás de los grandes líderes, que viven ocultos en mansiones sudamericanas, se encuentra Barry Seal, un piloto comercial que recibe una jugosa oferta de la CIA y, posteriormente, otra del cártel de Medellín.

Barry Seal es uno de los mejores pilotos comerciales de la época, esto no queda oculto a ojos de la CIA y la DEA que no dudan en contratar sus servicios. Mientras Barry realiza uno de los tantos trabajos de la DEA se ve envuelto en un secuestro donde el cártel de Medellín le realiza una oferta prácticamente irrechazable, teniendo en cuenta el gran ego del bueno de Barry, que quiere ser el mejor en todo. Detrás de él se encuentra su familia, que vive ajena a este trabajo pero se deja llevar por las grandes cantidades económicas que reciben. El personaje de Barry Seal está bien plasmado por el plano Tom Cruise, que da una lección actoral dentro de su ámbito, la acción, el desenfreno y la comedia.

Doug Liman, anteriormente conocido por realizar la película Al filo del mañana, se basta de su calidad para crear un trabajo tan divertido como serio. Si bien no se acerca nunca al ámbito documental para contar lo que ocurrió fríamente, las conversaciones políticas y las disputas de poder quedan elegantemente introducidas, eso sí, para posteriormente acidificar las acciones con el desparpajo de Barry, un tío bromista que le da igual que delante esté un amigo que el mismísimo Pablo Escobar. Todo es correcto, nunca decae y entretiene constantemente. Dentro de este buen hacer se encuentra el cruce con las imágenes de archivos de los casos, para que sepas que aunque exista ficción todo eso ocurrió, y no solamente como se muestra, si no mucho peor. Los créditos iniciales y la presentación de la distribuidora y diferentes productoras está realizado a la antigua, con ese filtro de los años 80 donde se sitúa la historia.

Comedia ácida, acción desenfrenada y política de traje… pero no todo se queda ahí. El hecho de que no sea una sobresaliente película se debe a la constante superficialidad de la historia. Le da miedo introducirse dentro de las raíces del cártel, contar algo más profundo, alguna inquietud de los implicados, el porqué Barry decide aceptar sin dudar. Todo ello queda a la visión de un espectador que, dentro de la pirotecnia del director, busca conocer un poquito más. Queda claro que no se busca eso, que solamente quiere entretener y hacer pasar un buen rato, y así es. Como Doug Liman siga puliendo esa gran calidad que vislumbra, sus próximos trabajos (ya se ha confirmado una trilogía de ficción muy interesante) serán muy a tener en cuenta por un público más amplio y de más calidad, no solamente dentro del cine comercial.

Calificación: 7/10

 
 

Título original: American Made

Año: 2017

Duración: 114 min.

País: Estados Unidos

Director: Doug Liman

Guion: Gary Spinelli

Música: Christophe Beck

Fotografía: César Charlone

Reparto: Tom Cruise, Domhnall Gleeson, Jayma Mays, Sarah Wright, Jesse Plemons,Lola Kirke, Caleb Landry Jones, Benito Martinez, Connor Trinneer, E. Roger Mitchell,Justice Leak, Jayson Warner Smith, Robert Farrior, Frank Licari, David Silverman

Productora: Universal Pictures

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