Así nos va
Oren Little (Michael Douglas) es un ambicioso agente inmobiliario ya entrado en años que vive casi plenamente dedicado a su trabajo. Este tiburón de los negocios es implacable a la hora de vender una casa, usa sin remordimiento su inteligencia y las artimañas que hagan falta con tal de colocar una propiedad a sus clientes. Podría decirse que Oren es una de esas personas que vive por y para su empleo y que como consecuencia se vuelca en él dejando las relaciones sociales en un segundo plano o directamente en un apartado marginal. Egoísta, cascarrabias e insolente, Oren Little se cuida poco de lo que piensen sus vecinos de él, haciendo literalmente lo que le da la gana y dejando sus modales en evidencia cada vez que tiene la más mínima oportunidad. Detrás de esta actitud tan antisocial se encuentra un trasfondo amargo, pues a Oren le corroe la nostalgia de una esposa fallecida y la rabia de una relación paterno-filial fallida. Aunque claro, casi ninguno de los que conviven con él sospecha lo más mínimo, ya que Oren se esconde perfectamente bajo su coraza de hombre sarcástico e imperturbable, negándose rotundamente a congeniar con nadie si no es para hacer otra venta que le satisfaga profesionalmente. La única persona con la que guarda una cordial y peculiar amistad es Claire (Frances Sternhagen), la compañera de trabajo más longeva de toda la oficina, con la que guarda una dilatada relación.
En el otro lado tenemos a Leah (Diane Keaton), una mujer ya madura y extraordinariamente amable que se gana la vida cantando en restaurantes y locales de copas y que tiene una notable tendencia al llanto aleatorio y espontáneo. Detrás de su aparente hipersensibilidad se esconde también la tristeza, pues a pesar de que Leah lleva una vida social sana y reconfortante, en su vida personal no ha tenido tampoco el éxito que esperaba. Viviendo sola y añorando tiempos pasados más felices, intenta sobrevivir entre su voluntad de superación y sus continuas recaídas en la nostalgia.
La vida de ambos parece destinada a la soledad y la melancolía perpetua, pero un hecho puntual hará que la situación de ambos cambie radicalmente, produciendo una especie de catarsis emocional y un proceso de cambio profundo. El suceso que será el motor de dicho cambio tiene nombre propio, Sarah, una pequeña encantadora que aparece de repente en las vidas de Oren y Leah para llenarlas casi de manera inconsciente de gozo y color. Esa chica viene de la mano del hijo del señor Little, o en otras palabras, es la nieta del malhumorado Oren, el cual deberá hacerse cargo de ella porque su padre tiene unos serios problemas con la ley. Obligados a ejercer de abuelos a la fuerza, nuestros protagonistas se verán obligados a replantearse sus vidas en lo personal y también en lo que respecta a los demás.
¿Imaginan cómo se desarrolla la película a partir de ese momento?. Pues seguramente habrán acertado, ya que si de algo peca la última película de Rob Reiner es de tirar descaradamente de manual. Así nos va (And So it Goes, 2014) es una de esas películas que responde a los cánones habituales del género religiosamente y se desarrolla punto por punto como otras producciones semejantes que todos conocemos. Envuelta en un tono amable y almibarado, sus nudos y su desenlace están más cantados que el resultado de un partido de fútbol entre Brasil y Haití. Todo ocurre como debería ocurrir y cuando debería ocurrir, no dando lugar ninguno a momentos excesivamente conflictivos o dramáticos, todo en pos de que el público pueda paladear el sabor dulzón del nuevo caramelito de Hollywood sin peligro de atragantarse.Que nadie espere nada sorprendente o medianamente atractivo en esta producción más allá de volver a ver al siempre genial Michael Douglas en la pantalla grande, pues estamos ante una de esas obras que respetan los moldes hasta el punto de aceptar su propia previsibilidad y su falta de riesgo. Fotografía, ritmo, banda sonora… todo se antoja meramente funcional en un producto que detrás de tanto azúcar se desvela un entretenimiento demasiado liviano y soso como para ser tenido en cuenta. Ni siquiera Diane Keaton ayuda a levantar la película por encima de los niveles de morriña que ésta inspira, ya que la actriz parece estar relegada con el paso de los años a interpretar personajes que causan cierto rechazo por su frivolidad y características. En esta ocasión la actriz se las arregla como puede para interpretar a la aterciopelada Leah, pero tanto su personaje como los numerosos shows musicales que ejecuta hacen que todo lo que pueda parecer bienintencionado en cuanto a motivación de entretenimiento se vaya irremediablemente a tomar viento fresco; y es que, admitámoslo, la buena de Diane Keaton no sirve para cantar. No sé si este asunto habrá sido fruto del guión o caprichos de la actriz y sus agentes, pero si se ha intentado vendernos esa faceta artística de Diane, la cosa no ha funcionado. Sus números musicales sin duda pueden sacar de sus casillas a más de uno que se sienta al límite de la diabetes, haciendo que abandone su butaca con un gesto de rabia apastelado y de derrota confitada. Demasiado azúcar hace mella.
Es una lástima pensar en que todos los grandes baluartes de esta cinta tuvieron tiempos mejores en el pasado, más allá de sus protagonistas principales. El propio Rob Reiner es autor de cintas más que notables: Misery (1990), Cuenta conmigo (Stand by Me, 1986) o la mítica Cuando Harry encontró a Sally (When Harry Met Sally, 1989), una de las películas que sentó las bases de la comedia romántica moderna tal y como la conocemos hoy, y por tanto, una de las grandes referencias del género. Pero parece ser que aquellos días no volverán a tenor de lo demostrado en su último trabajo. Aunque, ¿quién sabe?. Nunca es tarde para retomar la buena senda; de hecho éste es uno de los mensajes subyacentes en la cinta.
Así nos va es un tropiezo en la filmografía de cada una de estas leyendas vivientes del cine, una mera anécdota que deja un regustillo de insatisfacción. Pero quién sabe si algún día sabrán sobreponerse a su traspiés para volvernos a entregar una obra que merezca la pena ver. Claro está que esto es entrar en suposiciones; hasta entonces, la realidad es la que es. Así que quienes quieran pasarse por la sala de cine a lo más que podrán aspirar es a entretenerse a ratos con una comedia romántica de toques familiares al uso que nos habla con ligereza de la superación de la tristeza, de ser padres e hijos y de aquello de que el amor no tiene edad. Por desgracia, nunca se nos escapará la sensación de que esta película tiene decenas de hermanas gemelas y que conocemos a muchas de ellas. Por tanto, es imposible darle un aprobado y recomendársela a nadie. Mejor esperen a tenerla disponible en videoclub, agradecerán no haberse gastado más de lo que la propuesta merece.
Calificación: 3’5/10
Título original: And So it Goes
Año: 2014
Duración: 94 min.
País: Estados Unidos
Director: Rob Reiner
Guion: Mark Andrus
Música: Marc Shaiman
Fotografía: Reed Morano
Reparto: Michael Douglas, Diane Keaton, Sterling Jerins, Frances Sternhagen, Paloma Guzmán, Annie Parisse, Austin Lysy, Michael Terra, Sawyer Tanner Simpkins, Maxwell Simkins, Maurice Jones, Yaya DaCosta, Scott Shepherd, Andy Karl, Frankie Valli, Luke Robertson
Productora: Castle Rock Entertainment / ASIG Productions / Envision Entertainment / Foresight Unlimited / Clarius Entertainment