Aprendiz de gigoló
Fioravante y Murray son dos amigos que residen en un típico barrio hebreo de la ciudad estadounidense de Nueva York. Ambos tienen varias cosas en común. Ninguno cumple a rajatabla las normas de conducta y religiosas que suelen seguirse en su comunidad, los dos están más bien entrados en años y ninguno de ellos disfruta de una situación económica demasiado boyante. El que más problemas económicos está pasando en concreto es Murray ( personaje interpretado por Woody Allen), quien se ha visto obligado a cerrar por designios del destino, tras muchos años abierta, su amada librería. Después de tanto tiempo trabajando como librero, Murray se ve en un laberinto del que no sabe muy bien cómo salir, así que, empujado por la presión de la incómoda situación, decide hacerle a su fiel amigo, Fioravante (un pluriempleado florista interpretado por el propio John Turturro) una excéntrica propuesta; sacar un dinero extra ejerciendo la prostitución masculina. Según Murray, la cosa puede funcionar, ya que Fioravante es un hombre que sin ser ningún Adán ejerce cierto magnetismo y disfruta de un relativo éxito con el género femenino, así que, ¿por qué no probar?.
Está decidido, Fioravante ejercerá de Don Juan a sueldo y el pequeño Murray será “su representante”.
Sorpredentemente, la propuesta de Murray tiene más éxito del esperado, por lo que ambos empezarán a ver solucionados sus problemas económicos e incluso empezarán a gozar de una inusitada prosperidad económica. Pero no todo será tan fácil como parece, ya que aparecerán piedras en el camino de estos dos inseparables amigos; su inexperiencia en el terreno, la cándida y sensible personalidad de Fioravante, y los prejuicios sociales y religiosos de la comunidad donde viven serán una fuente de problemas que provocarán todo tipo de situaciones; desde las más inocentes e hilarantes, hasta las más románticas y profundas, pasando, como no, por ciertos pasajes de cierto erotismo liviano.
Así pues, podemos empezar diciendo que estamos ante una propuesta que se mueve con discreción y cierto garbo entre la comedia ligera, los toques dramáticos y puntuales dosis de humor negro. Una producción que, sin destacar demasiado en ninguno de sus registros, se atreve a tocar ciertos temas que si no hubiesen tenido esa esencia de producción independiente hubieran caído seguramente en el estereotipo acostumbrado. La prostitución masculina como método de supervivencia, los dogmas religiosos y sociales, el papel de la mujer en la comunidad hebrea más ortodoxa, y en definitiva, un buen puñado de cuestiones de diverso calado complementan al que quizás sea el tema de fondo verdadero de la última película de John Turturro, Aprendiz de gigoló (Fading Gigolo, 2013) que no es otro que el de la soledad y la necesidad de sentirse amados.
Sobra decir que no estamos ante una comedia de tintes excesivamente absurdos ni alocados, es decir, imagino que nadie pensará que estamos hablando de una comedia como aquella que protagonizara Rob Schneider en 1999, Gigoló (o Deuce Bigalow:Male Gigolo, Mike Mitchell). Aquí el tono y las intenciones son totalmente distintas, ya que además de intentar hacer reír, se invita a la reflexión tocando ligeramente ciertos temas que aún siguen siendo tabú en determinados contextos sociales.
Por otra parte, Aprendiz de gigoló tiene un leve toque que huele a Woody Allen. Parece que diga esto empujado por la presencia del actor en la película, pero la verdad es que no, ya que resulta innegable que la producción tiene diversos tics característicos del genio de las gafas de pasta. Podemos citar como ejemplo su banda sonora y sus localizaciones. De nuevo disfrutamos de una Nueva York que respira y observa la vida de sus habitantes al compás de unos deliciosos ritmos de jazz. De nuevo escucharemos la atropellada verborrea típica de Allen, la cual salpica en numerosas ocasiones el guión haciéndose con el protagonismo de todo, e igualmente, tenemos los típicos conflictos morales derivados del eterno choque entre religión y sexualidad, por lo que, como ya hemos dicho, aunque estemos viendo una película dirigida por John Turturro, en ocasiones nos resultará inevitable pensar si el inquieto de Woody no habrá metido un poco de mano en ciertos aspectos de la producción.
Sea como sea, tampoco esperen encontrarse ante una prolongación del mejor cine del autor de Annie Hall y Match Point. Por mucho que Turturro se quiera influenciar de su compañero, su cine no es capaz de alcanzar las cotas de maestría en cuanto a comedia, ironía o nivel de acidez y profundidad temática se refiere. En otras palabras, ni esto es una comedia al estilo de la de Rob Schneider, ni estamos ante una gran película “woodyallenesca”.
¿Ante qué estamos entonces?. Pues nos encontramos ante un noble intento por parte de John Turturro de hacer madurar un poquito más su saber hacer como director y guionista de cine, haciéndonos ver que, además de ser un genial actor, puede hacer películas con una sensibilidad bastante personal y una mirada sobria y original. Aunque la verdad, el conjunto final de su propuesta se queda a medio camino entre el triunfo y lo olvidable. No siempre una buena intención acaba en una buena acción.
Entre sus virtudes, además de la ya citada valentía de tocar ciertos temas sensibles con un tacto destacable que huye del cliché y de su genial BSO, podemos contar con el atractivo plantel de actores, empezando por los dos protagonistas principales, los ya citados Allen y Turturro, y terminando por unas espectaculares Sharon Stone y Sofía Vergara, actrices que ponen con total efectividad el punto frívolo y picante a la cinta. Dos mujeres tan atractivas que podrían hacer al diablo venderse por cuatro monedas, pero que sin embargo se ven obligadas a interpretar unos personajes que están retratados con cierta ligereza y poca profundidad psicológica. Por el contrario, la actriz que se lleva la palma en esta ocasión es Vanessa Paradis. Es la francesa quien se encarga de poner el contrapunto dramático, y lo hace con tal contención y sensibilidad, que no nos queda otra que caernos rendidos ante ella y olvidarnos, aunque sólo sea por un momento, en que al final de todo, la esencia del amor, o al menos de los sentimientos puros, sean los que sean, transcienden sobre la esencia impulsiva y natural del sexo.
Parece que Aprendiz de gigoló, además de pretender hacernos sonreír, y a pesar de sus bromas, sus picantes situaciones, y su tono realista y de trasfondo algo melancólico, quiere dejarnos un regusto de que hemos visto algo de más importancia de la que aparenta. Su mensaje, una vez te cala revela una cierta profundidad filosófica: El sexo y el amor son necesarios en nuestra vida, no somos capaces de sobrevivir mentalmente sanos sin ninguno de ellos. Pero sin embargo, el primero es tan efímero como permanente puede ser el recuerdo y la intensidad del otro. Quién elige y qué elige para curar su soledad es una respuesta que parece que no se nos quisiera dar. La película termina y cada espectador sacará su propia conclusión ante lo que acaba de ver, que no es otra cosa que la vida misma vista desde los ojos de John Turturro, los cuales la miran con un toque de sátira y una pizca de nostalgia incluso.
Estamos sin duda una película ante tan personal que es difícil que guste al público mayoritario. Habrá quienes caigan en las inevitables comparaciones y la acusen de ser “un quiero y no puedo ser Woody Allen”, habrá quien encuentre en su temática y su contexto el suficiente atractivo para pagar una entrada de cine, así como habrá quienes simplemente quieran regalarse los sentidos viendo a semejante reparto desfilar por la pantalla. Sea como sea, la película no brilla, pero tampoco es un fracaso como concepto. Se deja ver y es un agradable ejercicio de honestidad cinematográfica, por lo que, más allá de que guste en mayor o menor medida, no se la puede tachar de timo o de pretenciosa, así que prueben. Pero favor, no me sean malvados con el pobre Turturro llamándolo “Aprendiz de Woody Allen”.
Calificación: 5/10
Título original: Fading Gigolo
Año: 2013
Duración: 90 min.
País: Estados Unidos
Director: John Turturro
Guion: John Turturro
Música: Abraham Laboriel, Bill Maxwell
Fotografía: Marco Pontecorvo
Reparto: John Turturro, Woody Allen, Sharon Stone, Sofía Vergara, Vanessa Paradis, Liev Schreiber, Max Casella, Bob Balaban, Michael Badalucco
Productora: QED / Antidote Films