Amy (La chica detrás del nombre)
Asif Kapadia es un director, escritor y productor británico especializado en dibujar profundos retratos de personajes complejos. Tiene a sus espaldas quince nominaciones y diecinueve premios entre los que está el Premio BAFTA a Mejor Documental por Senna (2010), cinta que explora la vida del piloto de F1 brasileño Ayrton Senna. La familia Winehouse había recibido numerosas propuestas para hacer un documental sobre la vida y el trabajo de la británica, pero no fue hasta que los productores de Senna tocaron a su puerta cuando se decidieron. Convencidos de que sería una forma de hacer un homenaje a su música con ‘sensibilidad y honestidad’, cedieron al director cada cinta casera, cada imagen, cada fotografía y cada grabación que encontraron.
A finales de 2014, el director enseñó un primer montaje a la familia Winehouse, incluido su padre, Mitch, y dieron el visto bueno. Pero poco antes del estreno del documental, la familia decidió que su hija estaría «furiosa» con el resultado, y que no tendrían más relación con el proyecto. Todo lo que parecía paz, armonía y concordia, no resultó ser así. Se abrió una amarga disputa entre el director y los familiares, que aunque primeramente accedieron a participar en el filme, posteriormente se sintieron traicionados.
Puede que papá Winehouse hiciera una lectura entre líneas e interpretase que el documental trataba de señalar que él no quiso, o no supo, ver las señales de alarma de su hija; pero lo que se deduce del documental es que es el público el que debe sacar sus propias conclusiones, y en dichas conclusiones es donde su padre no sale muy bien parado. Quizás sea éste el motivo por el que Mitch haya prometido sacar un documental alternativo sobre su hija que hará junto con Reg Traviss, último novio de la fallecida cantante de jazz.
Pero el reproche, y ese es el debate que plantea la película, parece extenderse a toda una sociedad que contempló morbosa la autodestrucción de una frágil veinteañera : se muestra el trato que los medios de comunicación, desde los insaciables paparazzi británicos hasta los cómicos estadounidenses que llenaban minutos de programa haciendo chistes sobre sus problemas con las drogas o con la bulimia, habían dado sin descanso a una Amy descrita por todos como tremendamente vulnerable.
En las dos horas de duración del metraje, el espectador no ve ni una cabeza parlante,-las típicas imágenes de los documentales de entrevistas delante de la cámara-, sino que las voces van ilustrando sonoramente los vídeos que aparecen. Kapadia hace un trabajo muy fino de ilustración de los 27 años de vida de Winehouse, de la que existe metraje desde que era niña;-ventajas de haber nacido en el último cuarto del siglo XX.-.Tampoco esconde ni su mal carácter (terrible el momento en que su madre confiesa que nunca fue capaz de detenerla), ni la ausencia de su padre, (desaparecido en combate durante su niñez y adolescencia). Emotivo es el recuerdo y cariño que profesaba por su abuela, siendo ésta el único referente afectivo familiar.
Amy no fue víctima solo de sus adicciones,- las que mantenía con el crack, heroína y alcohol, sino también de sus obsesiones y de las relaciones tóxicas y destructivas que mantuvo con el sexo opuesto- en especial con el que fue su marido, y gran amor, Blake Fielder-Civil. En este sentido su vida fue una tormenta de pasiones que la llevaron más lejos de lo recomendable. Amy es un retrato de lo que significan las maneras extremas de sentir y de amar; en definitiva: la dependencia emocional. Viendo el documental, nos asombra aún más saber que su baja autoestima se aplicaba incluso a sus extraordinarios poderes para componer y cantar.Grandes temas hablan de sus enormes miserias. Es lo único que hoy nadie pone en duda.
Una crítica a la voracidad de la industria musical se esconde también detrás de una cinta, con un trabajo de fotografía maravilloso, una edición de sonido deliciosa y una capacidad de atrapar al espectador inigualable. Ella no quería dedicarse a la música, solo lo hacia para poder seguir teniendo la sensación de que hacía lo que quería. No quería ser una marioneta de las discográficas, quería escribir sus propias canciones. No quería la fama ni los conciertos multitudinarios; Prefería las salas pequeñas de jazz y las citas entre su voz y una veintena de extraños. Sin embargo su enorme talento no podía ni debía ser disfrutado solo por unos pocos; aquella explosión de voz no podía quedarse encerrada en un cajón
El documental tienen momentos muy emotivos, los que se muestran detrás de las cámaras en los premios Grammy, o en la grabación del tema que cantó con Tony Bennet., mensajes de contestador de sus amigos de la industria, llamadas de teléfono de sus amigos de toda la vida.
El montaje resulta magnífico,con unas transiciones musicales exquisitas y desgarradoras imágenes congeladas donde vemos más en los ojos de Amy de lo que se puede soportar. No es únicamente el valor del material exclusivo que se muestra, sino la forma de mostrarlo.. Una selección muy acertada de los contenidos que nos acerca a quién era la mujer que se escondía detrás de la diva.
El documental nos da la oportunidad de tener un reencuentro emocionante con la cantante, viéndola de niña, siendo una preadolescente con sueños, una adolescente confundida y finalmente una mujer muy perdida que cantaba como ninguna otra. Si bien no tiene un tono de buscar la lágrima fácil, la realidad habla por sí sola y es inevitable que, aun sabiendo el desenlace, no sintamos una enorme pena porque Amy ya no esté entre nosotros y ya no la podamos disfrutar en vida.
Amy Winehouse murió a la edad maldita que muchos rockeros no superan.- los 27 años, como Janis Joplin, Brian Jones, Jimmy Hendrix, Jim Morrison, Kurt Cobain-…Amy es la última integrante del funesto Club de los 27.
Calificación: 8/10
Año: 2015
Duración: 128 min.
País: Reino Unido Reino Unido
Director: Asif Kapadia
Música: Antonio Pinto
Reparto: Documentary, Amy Winehouse
Productora: Playmaker Films / Universal Music