30º Festival Internacional de Cine de Valencia Cinema Jove: Día 3 (Crónica)

La tercera jornada del Cinema Jove ha proyectado dos películas más. Una de ellas de la sección oficial, la otra se corresponde con la tercera película de Ruben Östlund: Play. Paridan az ertefa Kan (A minor leap down) es una película iraní que opta al premio de la sección oficial de largometrajes. Narra la amargura de Nahâl, una treintañera que recibe un duro golpe emocional al detectarle que el bebé del que está embarazada ha fallecido, y le dan dos días de plazo para someterla a un aborto y que no sufra ningún problema físico. En cuanto recibe esta noticia su vida se viene abajo, sin embargo no se lo dirá a nadie, suponemos que por no preocupar, aunque nunca se entiende de manera clara el por qué. El tratamiento dramático es escaso, nunca te ves sobrecogido, lo cual es un problema importante pues no llega a transmitir la pena de la protagonista. Su frustración en la gente que la quiere llega a provocar una dura situación entre ella y el resto del mundo, empezando por su marido y acabando por su familia más cercana. Con estos sucesos no deja de ser una película más, cumpliendo claramente los cánones iraníes, y que navega continuamente en la superficialidad. Para el recuerdo quedará la escena de la fiesta, con un zumo de naranja que nos enseña momentos asquerosamente divertidos con claros tintes escatológicos.

El segundo trabajo del día es Play. Este trabajo de Östlund es, hasta ese momento, el mejor trabajo de los tres. Nuevamente con su estilo personal muy marcado, sin diferenciación respecto a sus anteriores obras, nos trae una película más centrada en un mismo tema y sin tantas historias paralelas. El realizador abre con un plano amplio en un centro comercial, donde dos chicos están hablando. No los sitúas hasta pasados unos minutos, cuando entonces se acercan unos niños inmigrantes que, utilizando el “truco del hermano pequeño” les quieren robar el móvil. A partir de ahí comienza una cruzada de estos ladrones inmigrantes con otro trío de niños, diferentes a los iniciales, que, sin quererlo, se verán envueltos en un camino lleno de violencia y tristeza.
Una historia basada en unos sucesos reales entre el año 2006 y 2008, con la que Östlund aprovecha para criticar duramente a su mismo país. La defensa por las personas es de vital importancia, y aun viendo como los ladrones son ese grupo de inmigrantes, incluso aun así, los siguen defendiendo. La escena final es desalentadora y causa una rabia interna a los espectadores. Es obvio que toda persona merece la presunción de inocencia, pero ante la evidencia tan supina, ésta debería incluso privarse. Sin embargo, aparece una defensa excesiva al inmigrante, por encima de cualquier ciudadano sueco, una sobreprotección que no es natural ni necesaria. Estas ocurrencias se han ido moderando hasta hoy en día, donde no existe tantísima distinción ni favoritismo, sin embargo hace años era el día a día de los países centroeuropeos. En resumen, un trabajo sobre la incapacidad de adaptación y la inocencia de los atracados, con una escasa cobertura por parte de la gente. Que cada uno extraiga sus propias conclusiones, porque como película queda claro que es un buen trabajo que, en nuestro caso, nos enervó de manera considerable.
Con esta crónica os dejamos hasta el próximo fin de semana, donde nos despediremos con la crónica de los dos últimos días. Esto es debido a una incapacidad por asistir al resto de sesiones. Espero que disfruten de la magnífica cartelera de la que, todavía, puede presumir el 30º Festival Internacional de Cine de Valencia.