12 años de esclavitud
No es tarea fácil acercarse a la áspera y cruda filmografía de Steve McQueen (Londres, 1969). Este afamado director, que empezó su carrera tras la cámara en el mundo del vídeo arte, ha conseguido estar en boca de todos pese a tener solo tres películas en su haber, gracias a las excelentes críticas cosechadas por todas ellas y el gran impacto que estas producen en el espectador. En su última película aborda el espinoso tema del esclavismo en Estados Unidos, usando como vehículo narrativo el estremecedor caso de Solomon Northup, un hombre libre que fue secuestrado y forzado a permanecer durante doce años como esclavo.
Vuelve Steve McQueen a poner el objetivo de su cámara sobre nosotros mismos, una vez más el epicentro de su cine se encuentra en la vileza humana, lo que se podría definir como defectuoso en nuestra propia especie. En Hunger (2008) se centró en la huelga de hambre en prisión de un terrorista perteneciente al IRA, y la violencia, física y psicológica, traspasaba la pantalla hasta embadurnarnos por completo. Más tarde, en Shame (2011), que pese a durar solo 99 minutos, conseguía hacernos sentir casi tan sucios como su atormentado protagonista, un adicto al sexo que va cayendo cada vez más profundo mientras busca el siguiente orgasmo de manera cada vez enfermiza y obsesiva.
En esta ocasión, McQueen nos transporta al siglo XIX para mostrarnos mas que la esclavitud en sí, las distintas formas de afrontar tan salvaje y sádica practica de la sociedad americana, no solo de los comerciantes y propietarios que se beneficiaban directamente de ello, sino también de otros afroamericanos libres así como de las relaciones entre los propios esclavos. Temas como la supervivencia y la sumisión mental son abordados de manera honesta y veraz, tornándose crudo y desagradable o tierno y bello cuando es necesario, haciendo un uso prodigioso del sonido que envuelve y cohesiona tanto el filme como la mayoría de las escenas entre sí, regalándonos unas imágenes reflexivas y tremendamente duras pero también, para el que esto escribe, necesarias.
Hay quien ha querido ver en esta cinta un mensaje reivindicativo acerca del racismo, esgrimiendo sobre todo la raza de su director, pero en ella hay algo que va mucho más allá de la diferencias raciales, algo que está intrínsecamente en el ser humano y en el trato que este le profesa a sus congéneres, como es la maldad y el egoísmo. Nuestro protagonista no recibe ayuda ni de blancos ni de negros y en última instancia, ni siquiera de nosotros, como podemos comprobar en una de sus más geniales escenas, que al romper la cuarta pared acusa directamente al espectador, nos convierte en otro testigo inmóvil, acusando a nuestra propia humanidad pasiva mediante un abatido Solomon que nos mira a los ojos. Aunque es cierto que no siempre es maltratado por sus ‘amos’, podemos apreciar en todo momento como no deja de ser, como casi cualquier cosa al alcance del hombre, una herramienta, con la única excepción del personaje interpretado por Brad Pitt, una suerte de Jesucristo (barbudo, melenudo, carpintero, liberador…) que supone todo un alivio en el camino de Solomon, y que podría venir a representar el triunfo de la fe, no obstante, como siempre, la última palabra en cuanto a interpretaciones debe tenerla cada espectador.
Calificación: 9/10
Título original: 12 Years of Slave
Año: 2013
Duración: 133 min.
País: Estados unidos
Director: Steve McQueen
Guion: John Ridley (Biografía: Solomon Northup)
Música: Hans Zimmer
Fotografía: Sean Bobbitt
Reparto: Chiwetel Ejiofo, Michael Fassbender, Benedict Cumberbatch, Paul Dano, Paul Giamatti, Lupita Nyong’o, Sarah Paulson, Brad Pitt, Alfre Woodard, Michael K. Williams, Garret Dillahunt, Quvenzhané Wallis
Productora: Summit Entertainment / Plan B / River Road Entertainment / New Regency Pictures / Film4